Aparte de tocar varios otros temas, la polémica TC-JNE es sobre si el Estado peruano paga o no sus deudas, o si devuelve o no lo que se le encargó. Parecía que el ensarte estatal estaba 100% desprestigiado, pero en realidad eso es solo para el caso de los grandes acreedores internacionales, cuyas ideas siempre tienen representación en los gobiernos.
Pero para la deuda interna la cosa es diferente. Por ejemplo los aportantes del seguro social, los del Fonavi, los jubilados de la Ley N°20530 o los tenedores de bonos de la Reforma Agraria pueden comulgar de una misma yuca. En todos los casos un grotesco argumento para no pagar es que la suma adeudada es demasiado grande para la caja fiscal.
Existen algunos casos en que se le ha logrado abrir la mano perromuertera al Estado, pero son los menos. La propuesta presidencial de que la Sunat pague intereses a la devolución de impuestos pagados en exceso (los cobra cuando el contribuyente entra en mora) es un paso muy razonable. Ojalá todavía lo veamos concretarse en esta generación.
Todo lo que se dejó de pagar al exterior desde que el gobierno de Juan Velasco empezara el endeudamiento en firme a mediados de los años 70 viene teniendo que ser devuelto con enormes intereses. No es lo que les ha sucedido a los peruanos sorprendidos por movidas fiscales expoliadoras para las que no parece haber sanción.
Por eso es tan importante la causa de los fonavistas. Está mucho más vinculada a la soberanía nacional que el lamento por Wong o la música de los cantores hiperpatriotas. Tiene que ver con ¿qué cajero es este ante cuya ventanilla los extranjeros cobran y los peruanos no? ¿Con qué clase de perro compararemos a los funcionarios que alientan esto?
Desde ahora podemos irnos preguntando qué hará el MEF cuando intereses extranjeros le toquen la puerta con un gran manojo de bonos de la Reforma Agraria en la mano. Empresas de fuera vienen comprando esos bonos por entre 10% y 20% de su valor nominal, con la certeza de que lograrán lo que no han podido hasta ahora los terratenientes expropiados.
No será una novedad cuando suceda. Un fondo-buitre como Elliott Associates ya le ha sacado al país en US$58 millones por una deuda que compró a una fracción de ese precio, todo esto con la colaboración de un tribunal de Bruselas. No nos sorprendamos de que sean ellos mismos los que están comprando los bonos.
¿Hay gringos comprando certificados de Fonavi? ¿Es eso posible? Si así fuera, quizás los fonavistas deberían formar una empresa en el exterior y constituirse en fondo-buitre, puesto que esa parece la única manera de cobrarle al Estado: ser extranjero. Un buen congresista norteamericano, por ejemplo, puede hacer milagros, llegado el momento.
Pero para la deuda interna la cosa es diferente. Por ejemplo los aportantes del seguro social, los del Fonavi, los jubilados de la Ley N°20530 o los tenedores de bonos de la Reforma Agraria pueden comulgar de una misma yuca. En todos los casos un grotesco argumento para no pagar es que la suma adeudada es demasiado grande para la caja fiscal.
Existen algunos casos en que se le ha logrado abrir la mano perromuertera al Estado, pero son los menos. La propuesta presidencial de que la Sunat pague intereses a la devolución de impuestos pagados en exceso (los cobra cuando el contribuyente entra en mora) es un paso muy razonable. Ojalá todavía lo veamos concretarse en esta generación.
Todo lo que se dejó de pagar al exterior desde que el gobierno de Juan Velasco empezara el endeudamiento en firme a mediados de los años 70 viene teniendo que ser devuelto con enormes intereses. No es lo que les ha sucedido a los peruanos sorprendidos por movidas fiscales expoliadoras para las que no parece haber sanción.
Por eso es tan importante la causa de los fonavistas. Está mucho más vinculada a la soberanía nacional que el lamento por Wong o la música de los cantores hiperpatriotas. Tiene que ver con ¿qué cajero es este ante cuya ventanilla los extranjeros cobran y los peruanos no? ¿Con qué clase de perro compararemos a los funcionarios que alientan esto?
Desde ahora podemos irnos preguntando qué hará el MEF cuando intereses extranjeros le toquen la puerta con un gran manojo de bonos de la Reforma Agraria en la mano. Empresas de fuera vienen comprando esos bonos por entre 10% y 20% de su valor nominal, con la certeza de que lograrán lo que no han podido hasta ahora los terratenientes expropiados.
No será una novedad cuando suceda. Un fondo-buitre como Elliott Associates ya le ha sacado al país en US$58 millones por una deuda que compró a una fracción de ese precio, todo esto con la colaboración de un tribunal de Bruselas. No nos sorprendamos de que sean ellos mismos los que están comprando los bonos.
¿Hay gringos comprando certificados de Fonavi? ¿Es eso posible? Si así fuera, quizás los fonavistas deberían formar una empresa en el exterior y constituirse en fondo-buitre, puesto que esa parece la única manera de cobrarle al Estado: ser extranjero. Un buen congresista norteamericano, por ejemplo, puede hacer milagros, llegado el momento.
La República, 10/01/2008