Nelson Manrique analiza las últimas medidas auspiciadas por el presidente García. Habla, entre otras cosas, del Decreto Legislativo anticomunidades 1015, del ingreso de tropas norteamericanas, la pretensión reeleccinista y la tendencia autoritaria y represiva.
–El Decreto Legislativo 1015, que facilita la venta de comunidades nativas, ¿justifica las anunciadas protestas de los comuneros?
–Largamente, las comunidades son muy fuertes y creo que los asesores que han armado este decreto legislativo no saben en qué se han metido. Han pateado el avispero.
–Algunos sostienen que se debe a la tozudez del presidente García, quien incluso lo adelantó en su serie periodística ‘El Perro del Hortelano’.
–Esa es una especie de conversión al neoliberalismo de caricatura. Lo de García es de historieta. No hay ningún balance, no es que haya evaluado los errores de su primer gobierno y se haya puesto objetivos para recuperar el tiempo perdido...
–Es que el presidente García no se equivoca…
–(Risas) Claro, pero por hablar tanto del perro del hortelano se ha convertido en el perrito faldero de las grandes transnacionales. Es triste.
–¿Y en esta línea se puede enmarcar el ingreso, casi a escondidas, de militares norteamericanos a nuestro territorio
En efecto, eso es realmente preocupante. Hay que recordar que la base aérea de Manta, en Ecuador, se va a cerrar el próximo año y Estados Unidos, a partir del 2 de julio, tiene planeado volver a patrullar toda América Latina. Hay que recordar, además, la existencia del Plan Colombia. En ese contexto, es preocupante el ingreso de más de un millar de soldados norteamericanos a una zona de guerra en el Perú (el VRAE). El gobierno se está allanando a Estados Unidos y el ministro Ántero Flores Aráoz está haciendo de taparrabos.
–Y el Apra no quiere que Flores Aráoz vaya al Congreso a explicar el ingreso de los militares extranjeros.
–Esa es, precisamente, una razón más para que se presente en el Congreso. El Apra tiene que actuar de forma más transparente. No puedo afirmar que el Apra está fomentado la instalación de una base norteamericana en el país, pero hay muchas dudas. Este es un problema mayor que puede afectar la soberanía nacional. No es como el problema de los patrulleros de Alva Castro. Este puede ser un problema grave.
–Se han anunciado varios paros y marchas para julio: campesinos en Ayacucho, los mineros, la CGTP, el Sutep. ¿Teme usted una represión violenta durante estas jornadas?
–Bueno, toda la retórica de García apunta eso. Es preocupante porque, además, sigue sin esclarecerse la muerte de los campesinos de Ayacucho (durante el paro del 19 febrero). Es alucinante que seamos el único país en el mundo en que el Presidente diga a los policías: primero disparen, luego piensen. Es peligroso y lo es más porque gran parte de la prensa se calla. García representa a un sector del país que quiere mano dura, la burguesía que piensa a muy corto plazo y que genera escenarios de conflicto. La gente en la calle tiene miedo. Necesitamos un Estado que respete las diferencias.
–Pero el discurso oficial va por el otro lado, busca la confrontación…
–Y alimenta las tendencias más extremistas tanto de la derecha como de la izquierda. Alienta la fuerza bruta cuando debiera alentar una democracia verosímil en que la gente sienta que la justicia es para todos. Algo que en el Perú suena a mal chiste. El gobierno no busca que todos vayamos por el mismo camino.
–Hablando de caminos, a casi dos años del gobierno de Alan, ¿usted encuentra algún objetivo o indicio de reformas?
–Hay que reconocer que hay un crecimiento de la economía pero, al parecer, estamos desperdiciando esta oportunidad dorada. En las décadas de 1940 y 1960 la onza de oro costaba 35 dólares y ahora está en 1300 dólares la onza. Sin embargo, no hay mayor cambio social ni de infraestructura.
–¿Se impone, entonces, un cambio de gabinete?
–En realidad, da lo mismo. ¿Tú crees que va a cambiar algo? Los ministros están como comparsa. La batuta la lleva García, y García responde a los grandes intereses. Así de fácil.Para reelegirse, usará los programas sociales
–Al Presidente no le sonríen las encuestas, ¿hay peligro en ello?
–Yo estoy seguro de que García va a empezar a gastar fuertemente en programas sociales en los próximos años, como fue el derrotero de su primer gobierno. Tuvo una aprobación de hasta 90 por ciento redistribuyendo en los dos primeros años y luego fue un desastre. La estrategia ahora es al revés: apretar los dos primeros años, hablar de austeridad, y luego reventar cohetes para garantizarse una buena base para el 2011. García ya insinuó en su entrevista con El Comercio la posibilidad de reelegirse, y Alan no da puntada sin hilo. El gran problema es que ahora no tiene popularidad y está evaluando en qué momento empezar el gasto social.
–Pero va gastar sin objetivos, sin programas.
–A eso voy, no tiene programas sociales eficientes. No hay un objetivo claro y no se ha avanzado en las grandes reformas, como el caso de la educación. Corremos el peligro de desaprovechar la buena época de la economía y dilapidar el dinero.
La Primera, 01/06/2008
1 comentario:
La bonanza económica por la que atraviesa el Perú no se le puede atribuir a la labor del presidente García, el debería agradecer públicamente a Alejandro Toledo quien le dejó la refigeradora llena para gobernar. Ciertamente, García se comporta como un lacayo del imperialismo neoliberal que vende al país y reparte sus riquezas de manera injusta :la ley que atenta contra la soberanía de los pueblos indígenas es un claro ejemplo que las directrices del gobierno no apuntan hacia el bien de la sociedad, sino mas bien al beneficio de los grandes capitalistas transnacionales que han comprado mas de una conciencia en nuestro aparato estatal. Ante todo esto, cabe aclarar que por mas bonanzas económicas que el país haya atravesado y atraviese, siempre habrán un par de constantes: la falta de continuidad en las políticas gubernamentales, que reinventan el país cada mandato , la corrupción que no permitirá que hagamos uso efectivo y adecuado de nuestros recursos y finalmente la falta de una renovación política que permite hasta la atualidad que los pueblos participen de manera activa y significativa en la política del Estado. La política la hacemos todos, señores. La política debe ser parte fundamental de la formación de todo ciudadano, el Estado debe difundir, por medio de la educación, el derecho y el deber de la participación popular. Es así que evitaremos que un puñado de bandidos rematen nuestros recursos naturales, desplacen a nuestras comunidades nativas y corrompan nuestro aparato Estatal.
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