miércoles, 30 de abril de 2008

Martín Tanaka: Volver a los temas de fondo

Considerando que el último año de gobierno estará marcado por las campañas electorales, podría decirse que con la Cumbre ALC-UE, de mediados de mayo, termina la primera mitad de este segundo gobierno de Alan García. El 28 de julio empieza el 'segundo tiempo'.
¿Qué balance puede hacerse del 'primer tiempo'? Al empezar el partido, García arrastraba un gran déficit de credibilidad ante sus propios votantes; superó ese problema, y la confianza que logró ayuda a entender que la economía haya seguido creciendo. Sin embargo, la constante caída en el nivel de aprobación a su gestión muestra que hay problemas estructurales serios, originados principalmente en el mal funcionamiento del Estado (lo que a su vez se manifiesta en problemas de corrupción e ineficiencia, más evidentes ahora con más recursos fiscales).
Así, a pesar de que "el Perú avanza", es claro que el Gobierno tiene graves problemas de legitimidad entre los sectores más pobres, y en la sierra y la selva. ¿Cómo ha respondido el Gobierno? Metiendo la pierna fuerte, jugando al filo del reglamento, metiendo patada a los corruptos, a los ineficientes (no a todos, ojo); a los perros del hortelano, satanizando a sus adversarios, cayendo en un discurso macartista. De seguir así, terminará con varias tarjetas rojas.
¿Qué cambios deberían hacerse para el 'segundo tiempo'? Muchos han señalado que el Gobierno necesita retomar la iniciativa política en torno a grandes reformas institucionales y sociales. ¿Por qué el Gobierno no avanza en esa dirección? El problema es que se trata de reformas más complejas y lentas, que requieren de la coordinación de muchos actores, de resultados menos visibles en lo inmediato, con grupos de interés poderosos en contra, y difusos a favor (recordar el debate sobre las reformas de "segunda generación"). Digamos que es más 'fácil' chocar contra el Sutep para imponerle unos exámenes de evaluación, que implementar un programa de capacitación que permita elevar el nivel de desempeño de los alumnos. ¿Por qué debería el Gobierno hacer lo más difícil? Porque seguir con lo mismo no está dando resultado; difícilmente alcanzará para los próximos dos años. Es momento para que la oposición se pronuncie y le proponga al país una agenda para los próximos dos años; también para que instituciones como el Acuerdo Nacional recuperen protagonismo.
Elementos de una agenda mínima: una gran iniciativa de desarrollo para el sur andino, como vanguardia de un renovado esfuerzo para combatir la pobreza; una gran iniciativa para elevar el nivel de la educación pública y una reforma política para que la representación del año 2011 sea mejor que la que tenemos. Para ello hay que volver a los temas de fondo, construir consensos más amplios y abandonar el camino macartista.
Perú.21, 29/04/2008

viernes, 25 de abril de 2008

Róger Rumrrill: Amazonía: Del Perro del Hortelano al síndrome García


La Amazonía Peruana fue acusada en octubre del año pasado de padecer el síndrome del perro del hortelano. Ahora empieza a sufrir realmente el síndrome Alan García con las interminables y fatigosas colas para comprar gasolina y gas y la subida a alturas ya inalcanzables de los precios de los alimentos.

El síndrome hace evocar los duros y hostiles días finales del primer gobierno del presidente Alan García (1985-1990), cuando el anhelo generalizado de todo el país era que terminase de una vez su insoportable gobierno. Los síntomas se han empezado a sentir en la Amazonía en el primer trimestre del 2007.

En mayo del año pasado en Iquitos la botella de aceite costaba S/. 2.80 en el mercado de Belén; el kilo de arroz 1.40, el kilo de pollo 2.80, el azúcar 1.80 y la papa 1 sol el kilo. En la primera semana de noviembre el precio del litro de aceite había trepado S/. 4.80, el arroz a 2.20, el pollo había levantado vuelo a 4.50 y el azúcar a 2.40. Los precios siguen subiendo en estos días lo mismo que la cólera popular.

Los productos regionales también estaban por las nubes en noviembre del 2007. Cuatro pequeñas palometas (pescados) se vendían a S/. 5.00. En este caso porque la biomasa pesquera disminuye aceleradamente por las prácticas irracionales y depredadoras de captura en los ambientes naturales ante la culposa indiferencia del llamado Ministerio de la Producción. La demanda anual de pescado en Iquitos sobrepasa las 30 mil toneladas métricas. La oferta no llega a 7 mil toneladas métricas.

El 3 de este mes, en Tarapoto, mientras esperaba un vehículo para viajar a Yurimaguas para participar en el foro “Desarrollo Amazónico con Inclusión, Dignidad e Identidad” la propietaria del pequeño restaurante de la estación me narró su vía crucis: el precio del balón de gas había prácticamente estallado de 30 a 40 soles, el pan de 6 por 1 sol había saltado a 4 por 1 sol. El menú que ofertaba a los viajeros había subido de 3 a 5 soles, pero sus ventas diarias habían caído de 250 a 150 soles.

En Yurimaguas las amas de casa estaban al borde de un ataque de nervios. El aceite “Palmarola” que produce Dionisio Romero se había disparado en cuestión de días de S/. 3.50 a 6.00 y el saco de harina, del trigo que también importa el mismo dueño de “Alicorp”, el mayor oligopolio importador de alimentos del Perú, se vendía a S/. 130 soles cuando sólo hacía una semana costaba 68 soles el saco de 50 kilos.


La crisis y la imprevisión

Fiel a su estilo, el presidente García ha culpado a la crisis alimentaria mundial de esta inflación de precios en el Perú. Es cierto que los altos precios del petróleo, las devastaciones que ocasiona en la agricultura el calentamiento climático, las tierras agrícolas que se destinan ahora a la producción de biocombustibles y los 6 mil millones de subsidios que otorga la administración Bush a estos cultivos, el incremento de la demanda alimenticia en países como China y la India y sobre todo la criminal irresponsabilidad de los organismos multilaterales y los gobiernos de haber dedicado sólo el 4 por ciento de toda la inversión pública en el último cuarto de siglo al campo a sabiendas que en el medio rural vive el 75 por ciento de toda la población pobre del mundo, son, entre otras, las causas de esta crisis.

Pero es cierto también que otra vez la atávica imprevisión nacional tiene que ver con esta inflación alimentaria en el Perú. El primer gran aviso de esta crisis lo dio a los cuatro vientos el presidente George W. Bush el 21 de enero del 2007 cuando en su informe del estado de la Unión anunció la reducción del 20 por ciento del consumo de carburantes fósiles en una década. Al día siguiente, los precios del maíz se dispararon en Estados Unidos y el recién estrenado presidente de México, Felipe Calderón, enfrentó la “crisis de las tortillas”.

Catecúmeno del desfasado catecismo neoliberal, al presidente García no se le ocurrió mejor idea que eliminar prácticamente todos los aranceles de los alimentos importados a través de los Decretos Supremos 211, del 28 de diciembre del año 2006, del 105 del 19 de julio del 2007, del 158 del 13 de setiembre del año pasado y del Decreto Supremo 038 del 7 de marzo pasado. “Con esta medida, los precios de los alimentos bajarán en un promedio del 10 por ciento en los próximos seis meses”, anunció exultante el ministro de Economía y Finanzas, Luis Carranza, como ha citado la revista “Agronoticias”.

Por supuesto que los precios de los alimentos no sólo no bajaron, sino que saltaron a las nubes. También saltaron de satisfacción los oligopolios que se estima que con la eliminación de aranceles ganaron un promedio de 500 millones de dólares. Por su lado, los agricultores nacionales que producen 25 millones de toneladas de alimentos anualmente quedaron a merced de la voracidad de los oligopolios. “La eliminación de los aranceles nos ha quitado todas las defensas, incluso para enfrentar el TLC”, protesta Luis Zúñiga Rozas, presidente de CONVEAGRO.


Hambruna amenaza

El calentamiento climático está haciendo estragos en la Amazonía. Una inundación que ya dura 6 meses, como jamás ha ocurrido, ha destruido todos los cultivos y crianzas en los ríos Huallaga, Paranapura, Shanusi, Ucayali, Aguaytía y otras cuencas. Los agricultores están reclamando que se declare en estado de emergencia el agro amazónico.

Pero con los precios de los alimentos que siguen subiendo igual que las utilidades de los oligopolios (tal es su angurria que a pesar de que el precio del trigo ha bajado de 559 dólares la tonelada métrica en febrero a 394 en abril son incapaces de trasladar su menores costos a los consumidores) y de los demás intermediarios, muy pronto será necesario declarar en estado de emergencia todo el agro nacional.

Los agricultores de la Amazonía tendrán que adaptarse a los irreversibles impactos del cambio climático. Pero también tendrán la difícil tarea de hacer entender al presidente García que el agro y la alimentación es hoy en el Perú una cuestión de vida o muerte.


450 familias agricultoras lo perdieron todo

Las inundaciones en Aguaytía, capital de la provincia de Padre Abad, dejaron afectadas entre febrero y marzo a mil 200 hectáreas de plátano, el principal cultivo en la zona de desastre, y poco más de 500 hectáreas de piña, cocona y papaya.

“Tenemos registrados tres mil agricultores con cultivos perdidos y 30 viviendas de agricultores arrasadas en las zonas cercanas al problema. Falta ver todavía las localidades más lejanas”, refirió el director regional de Agricultura de Ucayali, Carlos Mendoza,De otro lado, el río Ucayali arrasó 10 mil hectáreas, como en el distrito de Yarinacocha, donde destruyó cientos de sembríos de plátanos. Por su parte, el distrito de Callería y Masisea tienen devastados los cultivos y totalmente inundadas las zonas bajas, con lo que la cosecha para este año está prácticamente perdida.

Sin embargo, y fuera del trabajo de Defensa Civil para reubicar a los damnificados, y de la Dirección Regional de Salud, que inició el trabajo de fumigación para evitar la propagación del dengue, el Ministerio de Agricultura no ha anunciado ninguna medida de emergencia para ayudar a las 450 familias agricultoras que vieron perder su producción, lo cual agravará aún más la crisis alimentaria que vive la región.


La Primera, 25/04/2008

martes, 22 de abril de 2008

Luis Rey de Castro: Mucho perro... ¿y el gato despensero?

El señor Presidente se ha mostrado eficaz –aunque un tanto repetitivo– en la persecución del perro instalado en la administración pública y descrito con lujo como propiedad “del hortelano”. (Quizás el Presidente adivinó que habrían de subir sus precios el tomate y los rabanitos, la lechuga y las cebollas, el frijol y los pallares, en fin, todo lo que atañe a huertos y hortalizas). El éxito de la campaña antiperro ha creado una cortina que no permite ver con claridad quién es el verdadero enemigo y dónde está realmente el peligro. Me refiero al insigne felino que, astutamente enquistado en empresas públicas, maneja entidades del Estado con las credenciales de haber sido nombrado “despensero”, es decir, dueño de las llaves de la despensa y expedito para acometer dolos, fraudes, desvergüenzas y latrocinios propios de su condición.
Así, mientras el pobre perro no come hortalizas porque no sabe cómo hacerlo, el gato, señor de la despensa, reparte casas y privilegios, créditos y cargos; convierte en “pobres” a los empleados y funcionarios de su distrito; otorga altas dignidades a su chófer y al ama de sus niños y agota los ingeniosos recursos del usufructo. Ocurre que, como su nombre indica, el gato es un felino ladrón y sinvergüenza. Tan inteligente como la rata (o poco menos), conoce todos los artilugios y trapacerías para alcanzar lo que le apetece o le conviene. Es sabido que nadie, jamás, logró domesticar un gato y volverlo dócil, obediente y tierno, ni siquiera cuando se aplican drásticas sanciones quirúrgicas a su infernal apetito reproductor y se lo priva de aptitudes para la sucesión. Ni aún así será un micifuz obediente que respete los códigos humanos, como el ilustre escritor José Durand demostró en su inolvidable “Gatomaquia”. ¿A quién se le ocurrió llenar de gatos la administración pública? ¿Y quién tuvo la audacia o la tontería de entregarles las llaves de la despensa? ¿No se conocía acaso su fatídica condición desvergonzada?
Con indignación muy parecida a la ira santa, el Presidente ha iniciado un apropiado extermino de gatos, aplicándose una justiciera guillotina a los que atraparon dándose un banquete en la despensa del llamado “Banmat” –Banco de Materiales– que algunos niños, muy alarmados, han confundido con “Batman”, creyendo que su héroe sería exterminado por la ira presidencial. Cabe preguntarse cuántos gatos quedarán por guillotinar en la extensa, generosa y prolífica administración pública, que con frecuencia parece privada. Quizás serviría de ejemplo para futuras cacerías la extradición del desvergonzado otorongo de las huestes fujimoristas que, siendo Notario Público en funciones y congresista de la bancada oficial, instaló la inverosímil fábrica de firmas falsas (más o menos, 1’000,000) para alcanzar la re-re-reelección del ciudadano japonés Kenya Fujimori, pero como Presidente del Perú. Los otorongos fujimoristas ¿podrán asimilarse a la categoría de despenseros para próximas cacerías?
Correo, 22/04/2008

lunes, 7 de abril de 2008

José-María de Romaña: Canis horticolae

Dice la Biblia: ”El sabio tiene el corazón a la derecha; el necio tiene el corazón a la izquierda”. (Eclesiastés 10,2).
El perro del hortelano es izquierdista, socialistoide, estatista, destructivo y autodestructivo.
El perro del hortelano no come ni deja comer; no impulsa la minería, agroindustria o pesquería, ni permite que lo hagan otros; no crea infraestructura de puertos, aeropuertos, caminos o energía, ni permite que otros, o sea particulares, lo hagan. Sólo el Estado debe hacerlo, por más que la historia de los últimos 150 años demuestre en todos los países que el Estado es un pésimo administrador empresarial y que sólo el liberalismo, esto es, la plena democracia política, con un Estado promotor y que se concentre en gobernar, y la libre y competitiva economía de mercado son capaces de desarrollar el país y elevar el nivel de vida de su pueblo.
El perro del hortelano puede atacar solo. Por ejemplo aquel político cusqueño (+), que paralizó el proyecto de Camisea. O el presidente regional de Arequipa, que frenó la privatización de Egasa y privó a su pueblo de millones de dólares. O el actual presidente de la región Puno, que dilapida su presupuesto y vive el delirio cocainómano de querer ser presidente del país Puno.
El perro del hortelano puede actuar en jauría. Por ejemplo la masa de pueblo ignorante y lumpen maligno, que ataca minas y bloquea el desarrollo de Cajamarca. Pero siempre hay detrás el Gran Perro. Allí un obispo y un par de curas con una radio y financiación misteriosa de su oenegé.
Hugo Chávez es un injerto de gorila, papagayo y perro de hortelano, que no desarrolla a Venezuela ni deja que la desarrollen los venezolanos; igual hace en Ecuador, Bolivia y Nicaragua. En el Perú este perro del hortelano corretea libremente por el país; mueve sus jaurías en ciertas carreteras, minas y aeropuertos; y hasta marca territorio en Puno, ante la dejadez de las autoridades políticas y judiciales.
El perro (Canis lupus familiaris) y el lobo (Canis lupus) son primos hermanos. Si el romano Plauto (c.254-184a.C.) pudo decir en su comedia Asinaria: “homo homini lupus”, “el hombre es lobo para el hombre”, tal vez podamos decir que “el peruano es perro del hortelano para el peruano”. Como ha señalado Raúl Mendoza Cánepa, del perrortelanismo, “una vieja mentalidad socialistoide recorre todos los espacios sociales. Lo público predomina sobre lo privado; se nos ha vendido una falsa ética en la que el egoísmo es inmoral, contamina y explota y hay que controlarlo”. Esa mezcla de envidia y estatismo socialista traba gravemente el desarrollo y bienestar del Perú. El liberalismo es tan vital que, a pesar de eso, hace crecer al país.
Cuando Alan García, en su serie sobre El Perro del Hortelano, haya acabado de señalar sus rasgos y filosofía, debería editarla en un libro titulado: “El Perro del Hortelano.- Un animal emblemático nacional”, más que la vicuña del escudo.
Expreso, 05/04/2008

viernes, 4 de abril de 2008

Juan Carlos Sosa: ¿Perros hortelanos?

Las entidades regionales han empezado a devorar algunas esperanzas de progreso en el país. Solo así se entiende la actitud de la región Cusco. Los imperiales han iniciado una batalla para que Arequipa no utilice las vertientes de la cuenca del Apurímac. Los mistianos pretenden represar estas aguas y destinarlas al riego de más de 38 mil hectáreas en Majes II. Los imperiales arguyen que con Majes II se dejará sin recurso a los más de 45 mil pobladores de la provincia de Espinar. De la cuenca en cuestión, Cusco reclama 11 de los 15 metros cúbicos, una cantidad que bastaría para dar agua potable a más de 800 mil pobladores e irrigar 14 mil hectáreas de cultivos. Y Espinar actualmente no tiene esa necesidad. El presidente regional Hugo Gonzales está en el derecho de garantizar el recurso hídrico para esta provincia. Sin embargo, hacer estos reclamos resulta poco sensato. La crisis ha llegado a un máximo nivel de encrespamiento con la respuesta arequipeña. La más destemplada ha sido la de Carlos Leyton, el segundo de Juan M. Guillén, que habla de ‘declaratoria de guerra’ (sic). Estos dichos poco afortunados solo atizan la rivalidad inexplicable y absurda de dos regiones que deberían buscar un proyecto conjunto para salir del atraso. Pronto el agua será un recurso escaso. La mejor forma es represarla. Si Arequipa desarrolló un proyecto para ello, a Cusco lo que le queda es negociar una parte razonable.
La República, 04/04/2008

Sinesio López: El cogobierno de García

Es difícil para ciertos gobernantes mantener el sentido de las proporciones. Tienden generalmente al desborde y a cargar las tintas para un lado o para otro. Es el caso de García que pasa drásticamente de la crítica al ciudadano demandante (perro del hortelano) al planteamiento de exigencias al ciudadano responsable sin establecer los equilibrios necesarios. Es cierto que ningún sistema político es viable si los ciudadanos se limitan a reclamar derechos o formular demandas sin asumir responsabilidades y ofrecer apoyos. Pero también lo es que ningún sistema político moderno es viable y estable si carga a los ciudadanos con responsabilidades sin reconocerles derechos. Pero, sobre todo, ningún sistema político puede ser eficaz si las autoridades no asumen sus responsabilidades, garantizan los derechos reconocidos y se comprometen a orientar los recursos del Estado a atender ciertas necesidades prioritarias de los ciudadanos.
Este el caso de la educación pública. En efecto, no tendremos una buena educación pública si no contamos con buenos maestros. Para ello se viene desarrollando una serie de políticas que inducen a la mejora de la educación por el lado del maestro. Eso está bien. Pero es falso e injusto responsabilizar exclusivamente a los maestros del desastre educativo como lo viene haciendo García. Me parece bien que se abra la posibilidad de participar a los padres de familia en el control de calidad de la educación de los hijos y que los padres manejen, con esa finalidad, ciertas herramientas que les permitan intervenir. Hay que democratizar el control. No existe ninguna razón, ni siquiera la calificación técnica, para que la burocracia monopolice el control de la calidad de la educación pública. Pero el gobierno no puede lavarse las manos y evadir sus responsabilidades.
Aquí van algunas preguntas ineludibles a García sobre el tema: ¿En cuánto ha incrementado su gobierno el gasto en educación como porcentaje del PBI? ¿Qué está haciendo su gobierno para que el Perú no ocupe en AL los últimos lugares en lo que se refiere al gasto público en educación? ¿Qué medidas se han tomado para hacer que la educación básica sea efectivamente gratuita? ¿Qué medidas de política se han tomado o se piensa tomar para hacer que el gasto público en educación se realice con equidad? ¿ Cuándo cree que el gobierno alcanzará la meta fijada (6% del PBI) por el Acuerdo Nacional? La educación marcharía mejor si el gobierno no evadiera sus responsabilidades y destinara un porcentaje significativo del PBI a la educación. En AL los países que invierten más en Educación son Uruguay, Argentina, Chile y México. Pese a ello, esos países no están ni a mitad de camino de lo que invierten los países que han alcanzado el mayor nivel educativo: Japón, Austria, Canadá, EEUU y la mayoría de los países de Europa.
Casi lo mismo se puede decir en lo que se refiere a la salud. Felizmente tenemos excelentes médicos porque la mayoría de las facultades en que se forman tienen una alta calidad académica. Sería un despropósito afirmar que la mala situación de la salud en el Perú se debe a los profesionales de la salud y a los médicos. Es cierto, sin embargo, que los ciudadanos tienen que asumir responsabilidades en el campo de la salud. No podemos exigir salud para todos si no contribuimos a mantener nuestra propia salud consumiendo una dieta adecuada o si nos negamos a pagar los impuestos que debemos pagar. No es justo reclamar atención médica a todos los ancianos si no contribuimos a mantener sanos a los nuestros. Falta desplegar una política más agresiva para comprometer a los ciudadanos en la prevención de la salud. En este campo las principales deficiencias provienen de las inadecuadas, insuficientes e ineficaces políticas de salud y de los pocos, muy pocos recursos que le dedica el gobierno.
Ciertamente los ciudadanos deben asumir sus responsabilidades en todas las actividades que despliegan. Pero para que el gobierno tenga autoridad moral para exigir responsabilidad a los ciudadanos tiene que reconocer y garantizar los derechos de los mismos, es decir, tiene que gobernar para la mayoría. Y esto es lo que no hace García. Si se examinan las políticas públicas que viene aplicando este gobierno, las sociales están en clara desventaja frente a las económicas y los sectores altos son más beneficiados que los sectores populares y pobres. Eso, por un lado. Por otro, la participación y el control de los ciudadanos no pueden limitarse a sus propias actividades. El verdadero control de los ciudadanos y de la sociedad civil se despliega sobre todas las actividades y políticas que promueve el gobierno con la finalidad de que ellas sean eficaces y transparentes. Y eso es lo que no quiere García, que busca cogobernar con ciudadanos que no tengan derechos ni formulen demandas y, sobre todo, que no ejerzan control ni fiscalización sobre su gobierno.
La República, 04/04/2008

jueves, 3 de abril de 2008

Tolerancia perro

Hay mucha gente diferente viendo el mismo riesgo.
Empieza a extenderse la sensación de que, casi sin darnos cuenta, de manera gradual, como suele avanzar la mayoría de procesos sociales, la intolerancia se ha instalado de una manera peligrosa en el país.
Varias expresiones recientes van en esa dirección. No está bien, por ejemplo, que una autoridad de la importancia del alcalde de Lima diga que sus críticos son unos "parásitos" (antes había dicho que tienen "mentalidad de bodegueros", pero ya se dio cuenta de que los bodegueros tienen DNI y votan en las elecciones, a diferencia de los parásitos).
Ello se suma a todos 'los perros del hortelano' del presidente, una manera despectiva de considerar a los que no comparten su punto de vista. También, a la impaciencia de los políticos por las preguntas que normalmente la prensa debe plantear. Desde Alan García, hasta Luis Castañeda, pasando por el ministro Rafael Rey, se han molestado con los periodistas que no se comportan de un modo 'positivo'.
Ahora bien, todo lo anterior podría ser, simplemente, expresiones poco elegantes o de mal gusto. Pero en el fin de semana que pasó varios comentaristas provenientes de enfoques ideológicos muy diferentes han coincidido, de distintas maneras, en percibir señales de una intolerancia peligrosa.
En Perú.21, Rosa María Palacios vio con preocupación que el apego del presidente García por el modelo chino, sustentado en mucho crecimiento económico y poca libertad política, lo lleve a extenderlo al Perú. A su vez, Santiago Pedraglio coincidió en el riesgo de esta admiración por el esquema chino, y observó que se ha desatado un hostigamiento sistemático a quienes discrepan con el gobierno y sus ideas. Jorge Bruce reflexionó de un modo parecido y lamentó que, por el peso de su opinión, Mario Vargas Llosa solo celebre el enfoque económico del segundo régimen de García y no se percate de su manejo político. A su vez, en La República, Alberto Adrianzén y Mirko Lauer coincidieron en advertir una ola de macarthismo en algunos medios.
Mucha gente diferente, viendo lo mismo, constituye una señal de que estamos ante un fenómeno peligroso para el país.
Perú.21, 31/03/2008