viernes, 30 de noviembre de 2007

César Hildebrandt: García quiere dejar comer

De tanto ver en los predios de la izquierda al perro del hortelano, el doctor Alan García se está convirtiendo en el cancerbero de la Confiep.
En el artículo con el que ayer llena de plomo una página de “El Comercio”, el doctor García continúa su tarea de traducir a prosa oficial y a programa mínimo la conversión práctica del Apra en el partido conservador de masas del Perú. De este modo el segundo alanismo aspira a refundar el partido de Haya. Pero a diferencia de Haya, que escoró a la derecha manteniendo la prédica incendiaria del aprismo ancestral, García quiere que el Apra se reconozca en sus dos últimos textos y deje de avergonzarse por las promesas electorales dejadas en la cuneta. García, en suma, pretende enterrar a Haya por segunda y definitiva vez. Y aunque cite a Lenin arrimándose a la idea de que a veces hay que retroceder para después avanzar, lo cierto es que propone un camino sin retorno cuya meta es llenar el espacio que hoy ocupa tan torpemente esa obesa agonía que se llama Unidad Nacional.
El sueño civilista de un partido popular basado en premisas conservadoras estaría, gracias a García, a punto de empezar a ser realidad. Si Víctor Andrés Belaunde viviera, se arrodillaría y agradecería al cielo tamaña bendición. Es la primera vez que la caída del muro de Berlín y la implosión del mundo comunista repercuten en la política peruana con tanta claridad. El Apra, entonces, se desembaraza de lo que García considera pesados lastres heredados y se recicla como un civilismo del siglo XXI. Y este viraje se publica bajo firma en el diario que fuera el más fiero y mezquino enemigo de Haya de la Torre: nada más parecido a un parricidio.

¿Qué propone, en concreto, García en su “segundo debut” como articulista de “El Comercio”?
Propone que haya mucho menos control para ejecutar el gasto público. Ni siquiera la vergonzosa experiencia de los patrulleros de Alva Castro –chapuza filodelictiva que fue abortada gracias al control que hoy se quiere debilitar– impide a García hablar, sueltísimo de huesos, de la necesidad de “presumir la veracidad” de los funcionarios y de sus operaciones y, en todo caso, efectuar “un control posterior” –es decir, cuando ya no haya más remedio que acudir al poder judicial–. La propuesta se basa en la premisa de un “control aleatorio” del Estado. Lo que García plantea es, sin embargo, un Estado aleatorio a gusto de sus consejeros neocon.
García va más allá. Quiere tercerizar, es decir privatizar, muchos de los controles de la inversión pública, debilitando al SNIP y fomentando un territorio comanche donde la compra de vacunas innecesarias o próximas a caducar, para citar un solo ejemplo, hallaría su tierra prometida.
El mismo Presidente que ha castigado al Estado rebajando los sueldos de sus cuadros técnicos –una manera de lanzarlos a brazos de las empresas privadas– sugiere ahora, con todo el cinismo del caso, que debería “bonificarse la productividad” de la burocracia. Lo que no dice es desde qué parámetros y con quiénes se determinarán esos alicientes.
Otra propuesta en contra del perro que no deja comer es la de que la Beneficencia Pública se deshaga de treinta mil “habitaciones o viviendas humildes”…¡vendiéndolas a sus ocupantes! Una vez formalizada la propiedad, la familia en cuestión “podrá mejorarla o venderla al propietario del cuarto vecino”. Es una confusa manera de decir que la Beneficencia tiene que deshacerse de esos alquileres protegidos y mínimos y “poner en valor”, vía demolición y recompra de terrenos, lo que hoy sólo sirve para mantener “un alquiler irrisorio”.
García insiste en la subasta –sólo para grandes inversores en dilatados latifundios– de ocho millones de hectáreas madereras y propone ahora que el Estado venda a privados las restingas, es decir las playas estacionales que aparecen cuando el caudal de los ríos selváticos se reduce. ¿Alguien se anima a invertir en un islote que, dado el cambio climático, podría no volver el próximo año? ¡García quiere vender hasta el Perú esporádico!
¿Y las tierras comunales “ociosas”? García plantea que se vendan, parcelen o alquilen. Y añade que para ello debería bastar “el voto de la mitad más uno de los presentes en la reunión convocada para ese fin”. Es de imaginar cuántos intereses se moverán para impedir que los comuneros “desafectos y peligrosos” concurran a esa asamblea decisiva. Es hasta posible imaginar a un prefecto ordenando el arresto de los más recalcitrantes, 24 horas antes de que siglos de tierra comunal se jueguen en la ruleta privatizadora.
Hay más propuestas. Una de las más llamativas es la que plantea cobrar sólo un cinco por ciento de impuestos a las empresas mineras que instalen procesadoras metalúrgicas para producir “alambrón, tubos, partes y piezas”. ¿Y por qué tanta generosidad fiscal? Porque según el Presidente, lo de la inversión en metalurgia “es una aventura”. ¿Y quién le ha dicho al doctor García que con los precios actuales de los metales la metalurgia es una aventura de pioneros? Deben habérselo dicho el grupo Brescia, don Roque Benavides, los accionistas de Majaz. Y con el mismo criterio García demanda una generosidad tributaria aun mayor para el que quiera invertir en maricultura. Porque, según sabe, “invertir en el mar para instalar jaulas…resulta heroico”. ¿Y quién le ha dicho eso? Sus amigos inversionistas chilenos, quizás. Porque Chile tiene una maricultura y una piscicultura florecientes…y sin necesidad de evadir el fastidioso trámite de pagar impuestos.
García no se queda allí. Ahora quiere matar al perro que tanto le molesta privatizando las irrigaciones, “cuyo costo sea pagado con una parte de las nuevas tierras irrigadas o con la venta del agua”. ¡Magnífica perspectiva para Suez Energy, por ejemplo, esa empresa que tan buenos lobistas tiene en sus filas! Ya era hora de que el Estado deje de hacer lo suyo y sea tan subsidiario como quería don Luis Bedoya Reyes.
Otra propuesta de la nueva estrella editorial de “El Comercio” tiene pinta de plagio. García apunta a la estandarización de las deudas por vivienda propia para poder hacer paquetes “de 10,000 o más hipotecas que se vendan a un banco más grande para que se encargue del cobro futuro y el dinero de esta venta se utilice construyendo más viviendas”. ¿Alguien le ha dicho al doctor García que con cosas como esa hay que tener más cuidado porque así empezó la crisis de las subprime en los Estados Unidos? ¿O es que Dionisio Romero ya lo convenció? Porque ese “banco más grande” suena a BCP.
En el colmo de la locura del converso un García ya delirante –o sencillamente sin vergüenza alguna que lo proteja– exige que el Perú sea comprensivo con la inversión privada y sugiere que ya no sea el Estado el que dicte las pautas para dicha inversión. Cita textual: “Por evitar que el inversionista gane 5% más, nadie viene. En vez de exigir criterios exagerados (sic, nota de C.H.) debe dejarse al mercado y a la competencia de los privados la fijación de esas condiciones”. Nadie había ido tan lejos. Ni Teodoro Roosevelt hubiese firmado algo tan grosero. O García es un Chicago boy tardío, o hay cosas muy turbias en perspectiva –tan turbias como las que le permitieron hacerse con una fortuna mal habida durante su primer gobierno–.
Y por último, con el cuento de defender a las Mypes, que no pueden pagar los “sobrecostos laborales” de las empresas grandes, García defiende ardorosamente la precariedad del empleo indecente, ese que, según su propia descripción, desconoce la jornada de ocho horas, se burla del sueldo mínimo rebajándolo, omite la seguridad social. “Entregaremos (al Congreso) la propuesta del acceso progresivo a los derechos laborales, para aprovechar bien los tratados de libre comercio…” ¿Nadie le ha dicho al Presidente que hay observadores norteamericanos monitoreando nuestras prácticas laborales? ¿Nadie le ha dicho que las conquistas que él considera hoy prescindibles vienen de muy lejos? ¿Nadie le ha dicho que el capitalismo moderno considera a los trabajadores bien tratados parte de su éxito? García escribe: “El perro del hortelano dice que no debe haber cholo barato porque prefiere al cholo desempleado y en la miseria”. Lo que quiere decir, en buen cristiano, que el cholo o se abarata (más) o se queda sin trabajo.
¿Qué clase de Atila neocon nos gobierna? ¿Tolerará el Apra que el odriismo alanista haya dado un golpe de Estado en el partido?

La Primera 26/11/2007

Rocio Silva: Guau, guau

Un análisis textual de "El síndrome del perro del hortelano".

He dejado pasar un tiempo para referirme al artículo del presidente Alan García sobre los problemas que, según su criterio, no permiten que el Perú salga adelante. Sin embargo, modestamente, quizás pueda aportar algo desde el oficio que ejerzo: la crítica textual.
El artículo, como saben, empieza con una afirmación y sin introducción, como se diría en retórica “in media res”: como si de un tiempo a esta parte el diálogo escritural entre el autor y sus lectores sólo se haya renovado. La afirmación es categórica, sin condicionales que puedan menguar la autoridad que emana de sí misma: “El reclamo por la titulación de la vivienda es muy grande. Cada peruano sabe que con una propiedad vendible […] puede mejorar su situación”. El inicio entonces es una referencia directa a los beneficios de la propiedad privada “con titulación” —formal, legal— como una de las garantías del desarrollo individual de cada peruano. Es una referencia metonímica (la parte por el todo) para luego hablar de la nación como un peruano más “que tiene el mismo problema y no lo sabe”.
Entonces, en un ejercicio de suposiciones, el autor del artículo vincula el problema del Perú a la propiedad privada que no se ejerce, sosteniendo que el camino hacia el desarrollo se concretaría con la “puesta en valor” a través de la entrega en propiedad de los millones de hectáreas “ociosas” que no se trabajan debido a la incomprensión de las comunidades campesinas (que no son sagradas porque el Virrey Toledo “las inventó”) o la cerrazón del viejo comunista o la defensa del invisible “indígena no contactado”. En otras palabras, si Hernando de Soto (y por lo visto Gherzi y Ghibellini) proponen que un capitalista empieza a nacer cuando adquiere formalmente la propiedad, el Perú empezaría su desarrollo mas bien cuando vende la propiedad al capitalista que, finalmente, podría ponerla en valor. Un quiasmo: esa es la figura literaria que invierte la lógica.
El texto, además, está lleno de alegorías. Una obvia es la del título, pero hay a su vez otra poderosa: las tierras ociosas. No tierras infértiles, ni improductivas, ni eriazas: ociosas. Las tierras ociosas están representando a su vez a los dueños de las mismas y esta imagen remite a uno de los mitos del pensamiento hegemónico: los pobres son tales por su propia ociosidad. Los dueños de las tierras ociosas son, a su vez, peruanos ociosos ya sea por voluntad propia o porque no tienen acceso ni a educación ni a tecnología. Otra alegoría es la del “nuevo-viejo” comunista, que sigue viviendo de los remanentes ideológicos del s.XIX pero que ahora se ha trastocado en medioambientalista (¿qué dirán los miembros de la CEE —y sus exigencias de normal ambientales— cuando lean estas líneas?).
El texto construye a un enemigo difuso, pero enemigo de la nación al fin y al cabo. Alguien a quien todos los peruanos debemos de oponernos. ¿Quién es? No son los corruptos, ni los narcotraficantes, ni los burócratas sobornados, ni los malos funcionarios públicos, ni los capitalistas con mentalidad rentista: es el viejo-nuevo comunista, el ambientalista, el que protege al invisible indígena. Ergo, los caviares. He ahí el asunto. ¿Adivinan ahora en quién se inspira esta alegoría del enemigo común?
El autor del artículo ha querido terminarlo con una metáfora extraída de los manuales de exitología: la “puesta en valor” del cerebro de nuestros hijos y alumnos. Se puede poner en valor una huaca, un monumento, un terreno eriazo, pero, ¿un cerebro? El término es, en realidad, educación y formación. Y la mejor manera de comenzar a educar es respetando los presupuestos sin los recortes que el Consejo Nacional de Educación ha denunciado en un comunicado la semana que pasó. ¿Podremos llegar alguna vez al 6% del Presupuesto para Educación aunque no dé réditos políticos?

jueves, 29 de noviembre de 2007

Augusto Alvarez Rodrich: La receta presidencial / Las barreras para acabar con el perro del hortelano.

La publicación del segundo artículo del presidente Alan García en El Comercio, en el que perfila su plan de acción para acabar con el 'perro del hortelano' que describió en la primera columna, constituye una mejor precisión en el camino de levantar las barreras para la inversión privada, y confirma su voluntad de otorgarle a esta un papel preponderante durante su gobierno.
El concepto central del primer artículo fue que el obstáculo principal para desarrollar y poner en valor los recursos naturales que hoy no se utilizan en el país, ni generan progreso y empleos, es la oposición de un conjunto de "ideologías superadas", "filosofías engañosas" e intereses subalternos. A todo ello el presidente lo llamó 'el perro del hortelano'.
En este sentido, ahora el mandatario anuncia que presentará proyectos de ley para apuntalar sus propuestas concretas. Más allá de la discusión específica de cada una de ellas, que en los próximos días serán debatidas por los especialistas de cada rubro, se aprecia la intención de García de producir un shock pro inversión privada que, en general, es positivo.
No obstante, cabe hacer dos observaciones. Primero, un programa como el que se plantea requiere de una buena gestión pública, que es algo que el gobierno ha dado señales de carecer. Se necesita, por tanto, mejorar la calidad de la gerencia estatal, empezando por una revisión urgente de los sueldos que fueron rebajados absurdamente por el presidente al inicio de su gobierno.
La segunda observación es que las propuestas a favor de la inversión privada deben ser complementadas con un paquete para enfrentar, en el campo social, el grave problema de pobreza que sufre el país, el cual se expresa en que el 44% de la población está en dicha situación.
Sin dicho plan, lo que se va a conseguir en el año 2011 es un escenario con un crecimiento económico potente pero muy poco sólido por la magnitud del sector de la población que no se habría enganchado a dicho proceso, y que estaría dispuesto a votar por una alternativa radical, poniendo en riesgo todo lo alcanzado.

Perú 21: 26/11/2007

Alan García: Receta para acabar con el perro del hortelano

"El síndrome del perro del hortelano" ha iniciado un importante debate, al destacar toda la riqueza que el país tiene, pero no utiliza por razones ideológicas o burocráticas. Debo agradecer su buena acogida.
Hoy todos reconocen que hay dinero privado y público para invertir, que existe un mercado internacional creciente y que se puede incorporar las áreas ociosas a la producción, creando más trabajo con derechos sociales y garantizando el medio ambiente.
Añadiré una reflexión. Cada uno de nosotros sufre algo de lo que he llamado "síndrome del perro del hortelano". Muchas veces el Estado, las instituciones y las personas padecen de "patrimonialismo". Es decir, de la voluntad de no ceder ningún espacio y reservar para sí, para el ministerio o para la empresa, todas las funciones, los trámites y las decisiones. Ocurre también cuando un grupo que captura el poder, una región o un municipio, decide gobernar solo y bloquea el aporte técnico y profesional de muchos otros ciudadanos. En este caso, el perro del hortelano dice: "Si no lo hago yo, nadie debe hacerlo", y concluye: "Solo puede hacerlo la gente de mi propio equipo".
Permítanme enumerar algunos síntomas del mal y unas propuestas de solución:
[I] Quitar al Estado la obsesión del control total.Ocurre que no se abre una ventana, no se arregla una vereda, ni se pone una torre de telefonía celular sin que el Estado central, regional o municipal lo apruebe. ¿Cómo curar esta obsesión?
A. Estableciendo por decreto, y de manera obligatoria, que el control del Estado sea aleatorio; es decir, que al igual que el semáforo de las aduanas del aeropuerto, el control se ejerza sobre un porcentaje de cada uno de los actos a vigilar, pero no sobre todos. Esto permite probabilísticamente una gran supervisión. Así también se reduce la ocasión de la coima y el riesgo del porcentaje no vigilado se compensa con la velocidad de los ciudadanos a los que no se retarda ni desanima. Ya la Ley 27444, del procedimiento administrativo, establece como principios la presunción de veracidad y el criterio del control posterior con los que se hace posible aplicar de inmediato el control aleatorio.
B. Fijando un plazo máximo para los estudios de la inversión. Calificar cada inversión pública por su rentabilidad y óptima calidad ha resultado un remedio peor que la enfermedad. Antes había inversiones malas, mediocres y buenas. Ahora, con el Sistema Nacional de Inversión Pública (SNIP), se busca la perfección, pero hay menos inversión y mayor demora, a pesar de los cambios reglamentarios, pues el problema central radica en el ser humano, que quiere afirmar su poder demorando el trámite. Una nueva ley debe establecer que el análisis de la inversión no supere el plazo máximo de tres meses. Así, el burócrata, si quiere controlar, tendrá que trabajar más y más rápido.
C. Tercerizando el control de la inversión. El SNIP deberá también hacerse a través de universidades o instituciones acreditadas. Por ejemplo, la Universidad Nacional de Ingeniería o el Colegio de Economistas. Para ello proponemos la ley que delega a instituciones evaluadoras ajenas al Estado funciones en el SNIP y en otros asuntos, como la sanidad agropecuaria y el otorgamiento de los brevetes.
D. Finalmente, ya hemos avanzado en el silencio positivo administrativo que el Estado aplicará desde esta semana a más de 500 trámites. Es un paso esencial y permite que, si no se responde a tiempo al ciudadano, este está automáticamente autorizado para abrir su establecimiento o hacer su inversión.
[II] Estimular al empleado público que presta el mejor servicio
El 17 de noviembre del 2006 presentamos un proyecto de ley estableciendo el criterio del mérito y la evaluación para distinguir al trabajador que tiene rendimiento bueno o excelente de aquel que es deficiente. Pero ese proyecto, importantísimo para reformar al Estado, tiene doce meses en el Congreso, sin aprobación. Ahora presentaremos un proyecto complementario que establece el bono o aumento por productividad.
El comunismo soviético se derrumbó porque donde todos son propietarios y ganan lo mismo nadie se esfuerza ni destaca. Un Estado que paga por igual al buen trabajador y al empleado ineficiente, no ofrece ningún estímulo, como sí lo brinda la actividad privada. Sin esta modificación, el Estado seguirá siendo una carga sobre el país y no una institución a su servicio.
[III] Liberar los bienes que el Estado no usa ni trabaja.El Estado, en sus niveles central, regional o municipal, debe ceder los espacios necesarios para la inversión:
A. Las áreas inmobiliarias agrícolas o terrenos eriazos que no utiliza deben ser ofrecidos a los ciudadanos en pública subasta, para que las edifiquen y les añadan valor. Para esto presentamos la Ley General del Sistema de Bienes Estatales (proyecto 491-2007) que no ha merecido la aprobación del Congreso.
Además, mediante un decreto supremo, se facultará a más de cien beneficencias públicas que administra el Ministerio de la Mujer a vender los activos inmobiliarios que tienen a quienes los ocupan. Hay en todo el Perú aproximadamente 30.000 habitaciones o viviendas humildes que son propiedad de las beneficencias y por las que los inquilinos pagan por años un alquiler irrisorio, sin llegar a ser dueños de nada.
Es un círculo vicioso. Las beneficencias no reciben ingresos y por falta de ellos y pésima administración no han podido reedificar ni mejorar los corralones y quintas. Pero si se vende la vivienda o la habitación a la familia que lo ocupa, esta será propietaria y cuando lo decida, podrá mejorarla o venderla al propietario del cuarto vecino, con lo que se irá consolidando una vivienda mejor y la beneficencia tendrá más recursos para sus fines.
B. Vender las acreencias. Al Estado le deben muchos y por múltiples razones: privatizaciones, quiebras de bancos, deudas a bancos estatales, impuestos, etc. Esta enorme cartera de miles de millones por cobrar tiene gente encargada de su liquidación que gana por procedimientos sin fin y casi nunca llega a cobrar. Es necesario hacer paquetes de esas acreencias y venderlos en subasta pública. Así, otras personas e instituciones se encargarán de cobrar y lo que se gane en la subasta se aplicará a obras de desarrollo. Para ello presentaremos el proyecto necesario.
C. Transar en los juicios de menor cuantía. Por mil temas, el Estado tiene procesos y denuncias que siguen los abogados de los ministerios, regiones y municipios. Son decenas de miles de expedientes que entorpecen al Poder Judicial. Lo inteligente sería distinguir los litigios pequeños de los de gran valor. Por ejemplo, en todos los conflictos de menos de 100.000 soles debe autorizarse la inmediata transacción. Así nos ahorramos pagar gestiones, desbloqueamos el trabajo judicial y logramos una buena transacción, que es siempre mejor que un largo juicio. Presentaremos el proyecto porque hoy, según la ley del perro del hortelano, el Estado tiene la obligación de seguir eternamente los pequeños juicios, para no perder, aunque no gane nada.
[IV] Abrir a la producción y al trabajo las áreas sin uso que tiene el país. Esto exige una gran reflexión de los ciudadanos para dejar atrás los prejuicios ideológicos.
A. En los 8 millones de hectáreas que han sido destruidas debe establecerse ya la propiedad en grandes lotes, para que empresas modernas y fondos de inversión trabajen a largo plazo en madera de alto valor y en bambú, que es un producto extraordinario. Sobre este tema se presentó el proyecto de ley 840-2006, que está detenido, bloqueando la creación de cientos de miles de empleos, mientras los madereros informales y los cultivos ilegales continúan destruyendo la selva. Esto nos es difícil de entender, pero una inversión que requiere diez años de espera y tecnología de alto costo, requiere seguridad y gran dimensión para ser rentable y reconstruir el medio ambiente.
B. En las restingas. Cada año, al reducirse los ríos de la selva, aparecen las playas o restingas, una tierra de nadie pero con humedad y fertilizantes traídos por los ríos desde los Andes. Son aproximadamente dos millones de hectáreas que el Estado debería otorgar por venta o alquiler en lotes de gran dimensión para el cultivo del arroz, que está salinizando las tierras de la costa. Pero nadie va a la selva porque no existe la propiedad o el derecho a cultivar las restingas. Para ello, presentaremos un proyecto de ley.
C. En la sierra, para las tierras comunales sin uso y para recursos como el mármol, presentaremos un proyecto de ley que permita a las comunidades campesinas tomar la decisión para vender, parcelar o alquilar. Ello podrá hacerse con el voto de la mitad más uno de los presentes en la reunión convocada para ese fin. Es absurdo, la Ley 26505 ya permite que en las comunidades de la costa se tomen decisiones con el 50% más uno de los asistentes, pero su artículo 11 exige para las comunidades de la sierra "el voto de no menos de los dos tercios de todos los miembros de la comunidad", muchos de los cuales ya han emigrado.
Esto debe corregirse, pues condena a los comuneros de la sierra al nivel de ciudadanos de segunda clase y sin iniciativa. Y nadie que se diga de izquierda puede sorprenderse porque en los sindicatos se pide que para declarar la huelga en una empresa lo decida la mitad más uno de los asistentes y no la mitad más uno de todo el padrón de obreros. ¿Por qué sí para estos y no para las comunidades campesinas?
D. Movilizando la inversión en los denuncios. Subsiste el problema de una enorme cantidad de terrenos eriazos, playas, caleras, mármoles, etc., solicitados al Estado hace muchos años con el procedimiento del denuncio y en los que nunca se ha puesto un centavo. Eso es injusto. Así como el provinciano invade en los cerros de la ciudad un terrenito de 100 metros para vivir, el otro que tiene más recursos y educación invade con un denuncio miles de hectáreas, pero no les da uso.
Al Perú le conviene que todas esas playas (balnearios), caleras (cementeras), bosques (industria maderera) se pongan en valor mediante la inversión inmediata. Por eso propondremos un proyecto de ley para obligar al denunciante que no trabaja a cumplir con la inversión, a transferir o abandonar el denuncio.
Si en los últimos tres años no se ha invertido, se debe exigir un compromiso de inversión con garantía para los próximos dos años o que se transfiera el denuncio a otra persona que haga la inversión. El principio es que los denuncios los entrega el Estado a quien quiere invertir y no a quien inmoviliza los recursos.
[V] Nuevos procedimientos para fomentar la inversión.Veamos un caso. El Estado quiere cobrar 30% de impuesto por las ganancias, pero al mismo tiempo tiene que promover el inicio de actividades nuevas y difíciles y en las que no hay ganancia de inmediato. El error sería querer cobrar todo desde el inicio, pues eso mataría la gallina de los huevos de oro en su nacimiento.
A. Nuestro objetivo es orientar la extracción minera hacia la metalurgia, para producir alambrón, tubos, partes y piezas. El país debe ser exportador de artículos procesados que crean más trabajo y valen más. Para ello presentaremos un proyecto para la reinversión en industria procesadora. Si hoy se cobra 30% de impuesto a la minería, sería absurdo decir "aventúrate en la inversión de la metalurgia y te cobraré desde el primer año el mismo 30%". El proyecto establecerá un calendario plurianual de reducción del impuesto a la reinversión en metalurgia con generación de empleos. Por ejemplo, 25%, 23%, 20%, etc., y lo mismo puede hacerse con la joyería en un país de finos orfebres como el Perú.
B. Con el mismo objetivo, debe procederse a una amplia exoneración impositiva para la maricultura y la acuicultura. Invertir en el mar para instalar jaulas y balsas o invertir en lagunas a 4.000 metros de altura para la crianza artificial de truchas y ranas resulta heroico. Es diferente a la seguridad burocrática o a la de una industria sobre la tierra, pero el perro del hortelano pretenderá siempre cobrar mucho a una difícil actividad que aún no ha surgido.
C. En nuestra patria existen proyectos de miles de microrepresas para retener el agua. Algunos cientos puede construirlos el Estado, pero no podrá hacer los miles propuestos porque al mismo tiempo debe hacer carreteras, educar, dar salud y agua potable. Requerimos de una ley que permita la inversión privada en irrigaciones, cuyo costo sea pagado con una parte de las nuevas tierras irrigadas o con la venta del agua.
Pero el perro del hortelano dice: "Es mejor que el agua se vaya al mar y que nadie haga el embalse porque así se privatizaría el agua". Lo que no sabe es que el agua está de hecho privatizada, pues se entregó su gestión a las juntas de usuarios del riego, y como el agua que pertenece a la nación se vende, en muchos casos, a un centavo de sol por metro cúbico, se utiliza mal, se riega hasta 25.000 metros cúbicos anuales por hectárea de arroz y así se destruye la tierra de la costa, salinizándola.
D. Se han construido muchas viviendas con crédito, pero la hipoteca de cada una es distinta a las demás, no está estandarizada con las otras en plazos e interés. Si lo estuviera se podría hacer paquetes de 10.000 o más hipotecas que se vendan a un banco más grande para que se encargue del cobro futuro y el dinero de esta venta se utilice construyendo más viviendas. Ello, además, reduce el interés y aumenta el plazo de pago hasta 30 años, como lo es en Estados Unidos. Para esto se presentó un proyecto que aún no ha sido aprobado y que multiplicaría la construcción desde el año 2008.
Y se ha presentado, además, el proyecto 1715-2007, que agiliza la expropiación de inmuebles para ejecutar obras públicas de infraestructura de gran dimensión, lo que aceleraría las inversiones.
E. Evitar trabas y cobros adicionales a los servicios. Por ejemplo, la inversión en teléfonos no puede ser detenida por la ciencia de un alcalde que cree que la transmisión celular produce cáncer o del que exige pagos adicionales por instalar postes o conexiones domiciliarias de gas que sirven a sus propios ciudadanos. Para ello, hemos presentado el proyecto de ley 1211-2006, que propicia la inversión en servicios públicos e infraestructura.
Frente al aumento del petróleo, nuestro país debe acelerar los trámites y plazos para la gasificación de la industria y del transporte, lo que haremos por decreto supremo. Además, impulsar el uso de las caídas de agua, que son la riqueza más grande que tiene el Perú para abastecerse y para exportar. Por ello hemos presentado el proyecto de ley 1799-07, que promueve la generación eléctrica con recursos renovables y que está aún en las comisiones del Congreso.
Con la gasificación del transporte podremos romper el círculo vicioso en el peaje. Es difícil invertir en grandes obras como la Autopista del Sol Lima-Piura, porque hay un número insuficiente de vehículos particulares. Nuestro promedio de automóviles es menor a los de Chile, Colombia y México. Solo si hay más vehículos habrá pago de peaje y las carreteras podrán hacerse. Para ello debemos reducir los aranceles y el impuesto para los automóviles de 1.500 a 1.800 centímetros cúbicos, siempre y cuando estén convertidos a gas o puedan serlo y, además, utilizar un bono que estimule esa reconversión en los vehículos para taxis.
F. Cambiar la actitud ante la inversión. Si el Estado quiere promover la inversión privada no puede tener como objetivo que el privado gane lo menos posible, exigiendo condiciones con las que finalmente ningún postor se presenta a los concursos. Por evitar que el inversionista gane 5% más, nadie viene. En vez de exigir criterios exagerados, debe dejarse al mercado y a la competencia de los privados la fijación de esas condiciones.
Recuerde el perro del hortelano la enseñanza de Lenin en su texto "Capitalismo de Estado e impuesto en especie": "Deben venir los capitalistas, ganarán mucho, pero nos enseñarán el camino de la técnica y el desarrollo". Fue un cambio de rumbo genial, pero Lenin murió poco después. Hoy, el perro del hortelano se entusiasma a sí mismo gritando "ni un paso atrás" y se olvida del mismo Lenin que aconsejó: "Un paso atrás para dar dos adelante".
[VI] Dar al trabajo un nuevo valor de ahorro.
Hay millones de peruanos que no tienen jubilación ni seguro social ni vacaciones ni jornada de ocho horas. Resulta así que su trabajo no tiene valor futurible. Trabajan en pequeñas y microempresas y los dirigentes sindicales de la gran empresa y del Estado no los defienden sino que se defienden a sí mismos. Es absurdo. Al poner como condición el "todo o nada", exigiendo a la microempresa costos que solo la mediana y gran empresa pueden pagar, lo único que se logra es que esos millones de trabajadores no tengan ningún derecho. Lo inteligente es conciliar el avance de los derechos con la realidad del pequeño empresario, que no es un gran capitalista sino un trabajador que ha creado trabajo.
Por eso, defenderé ante el Congreso el Proyecto de Acceso Progresivo a los Derechos Laborales. Un desempleado o un ambulante quieren trabajar ocho horas con un sueldo mínimo, seguro de salud y derecho a jubilación, pero el dirigente profesional le grita que no debe aceptar. El perro del hortelano dice que no debe haber 'cholo barato' porque prefiere al 'cholo desempleado y en la miseria'. En los próximos días entregaremos la propuesta de la ley de mypes y la propuesta del acceso progresivo a los derechos laborales, para aprovechar bien los tratados de libre comercio y vincular a la pequeña empresa y a los derechos de sus trabajadores con el mercado mundial.
Cambiar muchos otros temas. Por ejemplo, cuando la Sunat pone una multa cobra altos intereses mensuales, pero cuando la misma Sunat tiene que devolver al ciudadano lo que le cobró por error, le entrega el dinero sin intereses. Típica política del perro del hortelano que rectificaremos.
Concluyendo. En todos estos temas debemos trabajar los municipios, las regiones, el Gobierno y el Congreso, sin demoras. Y como la Constitución dice que los proyectos del Ejecutivo se tratan con urgencia, tal vez podríamos acordar un máximo de tres meses para su decisión en el pleno.
Y para trabajar mejor, erradiquemos la mala costumbre por la que todas las instituciones se sienten capaces de tratar sobre todos los temas. La administración, los legisladores, los jueces, el tribunal que deja sin piso a los legisladores y otras instituciones, cada uno reivindicando con afán imperial su autonomía frente al ciudadano y al inversionista, condenados al silencio y la espera.
Estoy seguro de que los lectores agregarán otros temas que pondremos en acción para que el país abandone la política del perro del hortelano y crezca grande, más grande y con justicia social.

El Comercio 25/11/2007

Sinesio López Jiménez: El Zorro de Abajo. En defensa del perro del hortelano

El perro de García no es como el perro de Rousseau: fiel, leal y cariñoso. Por esa razón lo escogió como su único acompañante cuando los gobiernos de Francia y Suiza lo perseguían para encarcelarlo (por haber escrito La nueva Eloísa, Emilio y El Contrato Social) y el filósofo inglés David Hume le ofreció asilo en Inglaterra para protegerlo. Por el contrario, el perro de García es, por propia confesión, como el del hortelano: no come ni deja comer. Cada uno tiene el perro que se merece. Esta es la conclusión a la que llegué después de leer el extenso artículo que García publicó en el decano. Me sorprendió, en primer lugar, que García escribiera en El Comercio y que éste acogiera con evidente simpatía su artículo, dada la enemistad histórica que ha existido entre el Apra y el decano de la prensa nacional. Más allá de la sorpresa, me parece bien para el Perú y para la política peruana que dos enemigos históricos pasen de la enemistad a la reconciliación. Me llamó también la atención lo escrito por García porque lo que allí dice lo ubica en el polo opuesto de "El antiimperialismo y el Apra" y otros escritos fundacionales del partido de Alfonso Ugarte. Esta negación de Haya de la Torre por Alan García es un asunto que concierte a los apristas y a los simpatizantes del Apra. Ellos tienen que confirmar o desautorizar esta negación doctrinaria del Apra por parte de García. El viraje ideológico a la derecha, que venía expresándose en las políticas del gobierno, aparece ahora dicho en blanco y negro como una negación explícita de la doctrina auroral del Apra. Me sorprendió asimismo que García escribiera como si estuviera descubriendo la pólvora cuando en realidad está repitiendo lo que ha pensado la derecha desde siempre, particularmente la oligarquía. El modelo de desarrollo de la oligarquía fue la economía de exportación basada en la explotación de los abundantes, diversos y ricos recursos naturales, extraídos por la mano de obra que no siempre fue asalariada (porque los rentistas utilizaron extensamente el trabajo servil) y que siempre fue barata. ¿Cuál es la diferencia entre el modelo económico oligárquico y el que propone García? En realidad, casi ninguna. Lo que propone García es la profundización del mismo modelo con pocas y superficiales novedades. El trabajo servil de antes será ahora reemplazado por los services y por los contratos, típicas modalidades de trabajo (que utiliza el capitalismo salvaje para elevar desmesuradamente sus ganancias) contra las cuales insurgió la candidatura de García en el 2001 y en el 2006. La propuesta de García es privatizar los bosques amazónicos, vender las tierras comunales, expropiar a los campesinos y pobladores sus tierras para entregar el subsuelo a las grandes corporaciones extranjeras. García cree que este modelo de desarrollo hará del Perú, sino un paraíso, al menos un país con bienestar, pero que el gobierno aprista y él mismo como presidente no pueden impulsarlo porque tienen la férrea oposición del perro del hortelano. Me pregunto si al perro del que habla –el del hortelano– y al que atribuye un enorme poder, no le asiste alguna razón frente a lo planteado por García. Después de todo, no hay que pensar que el perro del hortelano siempre está equivocado. Puede suceder que en algunas ocasiones su acción sea la correcta. Estamos acostumbrados a pensar que el perro del hortelano actúa siempre mal porque actúa por envidia que es considerada generalmente un sentimiento negativo. Tocqueville, el más brillante pensador político del siglo XIX, creía, sin embargo, que la envidia era un sentimiento democrático porque ayuda a combatir la desigualdad y estimula la búsqueda de la igualdad.Lo que sucede es que García comparte con Burke, un preclaro representante del pensamiento reaccionario, el mismo sentido de la envidia: "siendo desesperadamente pobres –escribió Burke refiriéndose a los curas pobres de la representación del clero en vísperas de la Revolución Francesa– no podían considerar la propiedad, tanto secular como eclesiástica, sino con ojos de envidia". ¡Qué parecidos son esos curas franceses de los que habla Burke a los campesinos pobres a los que se refiere García y a los cuales quiere despojar de su propiedad para entregarlos a las grandes corporaciones extranjeras! Si de eso se trata, entonces el perro del hortelano tiene razón y no es tan diferente del perro de Rousseau.

La República 02/11/2007

Nelson Manrique: El perro del hortelano y el plato de lentejas

El artículo publicado por el presidente Alan García (”El síndrome del perro del hortelano”, El Comercio, 28 de octubre de 2007) es importante para conocer a dónde va el gobierno aprista. García dice que en el Perú “hay muchos recursos sin uso que no son transables, que no reciben inversión y que no generan trabajo”. Su alternativa: privatizarlos, para atraer capitales y tecnología. García propone impulsar las explotaciones forestales en la Amazonía: “para eso se necesita propiedad, es decir un terreno seguro sobre 5,000, 10,000 o 20,000 hectáreas, pues en menos terreno no hay inversión formal de largo plazo y de alta tecnología”.
Propone también vender las playas y los cerros, las tierras de las comunidades campesinas (”la demagogia y el engaño dicen que esas tierras no pueden tocarse porque son objetos sagrados y que esa organización comunal es la organización original del Perú. Esa misma tierra vendida en grandes lotes traería tecnología de la que se beneficiaría también el comunero”), así como los recursos mineros y el petróleo: “contra el petróleo, han creado la figura del nativo selvático ‘no conectado’; es decir, desconocido pero presumible, por lo que millones de hectáreas no deben ser exploradas, y el petróleo peruano debe quedarse bajo tierra mientras se paga en el mundo US$90 por cada barril”.
Comencemos por esta última afirmación de García. El petróleo peruano se privatizó y el Estado peruano obtuvo unos suculentos US$860 millones por su venta. para después acumular pérdidas por US$ 1,972 millones entre 1992 y el 2004: una pérdida neta de US$ 1,112 millones en 8 años (Humberto Campodónico: “Privatización de Petroperú generó pérdidas por US$ 1,112 millones”, La República, 19 de enero de 2006). Se privatizó cuando el barril de petróleo estaba a US$20 y ahora está a US$90.
Alan García está atrasado. Brasil, México, Venezuela, Ecuador y Colombia mantienen el control de su petróleo. Argentina y Bolivia -que lo privatizaron- están de regreso. Chile, que no tiene petróleo, ha creado la empresa estatal ENAP y su filial Sipetrol, que explota campos productores “en Argentina, Ecuador y Egipto (nada menos), donde produce 24,000 BD. Además, está presente en Colombia, Irán y Yemen” (Humberto Campodónico: “Petróleo: Una política miope y entreguista”, La República, 19 de febrero de 2006).
Es legítimo preguntarse de dónde ha sacado el Estado chileno el dinero. Pues, de su cobre, porque ni a Pinochet se le ocurrió privatizar su principal recurso natural, y gracias a ese nacionalismo la estatal Corporación del Cobre de Chile, Codelco, ha aportado a su fisco US$15,785 millones entre el 2004 y el 2006. Se espera que las utilidades superen este año los US$10 mil millones (Codelco, Memoria Anual 2006). Mientras tanto, ¿cuánto ha obtenido Alan García por la entrega de nuestros recursos mineros? Un óbolo de 500 millones de soles, algo así como US$ 166 millones; la centésima parte de lo obtenido por Chile en tres años por su cobre. Encima, los mineros se han negado al dar al Estado peruano el control de ese dinero, con un atendible argumento: “¿Y si se tiran la plata?”.
¿Por qué faltó Alan García a su promesa electoral de revisar los contratos lesivos al país? Según dijo, para no ahuyentar la inversión extranjera.
Pero en Bolivia, en dos años, Carlos Mesa y Evo Morales subieron la participación del Estado en las utilidades del 18% al 82%, y redujeron en la misma proporción la de las empresas extranjeras. ¿Cuántas se fueron? Ni una, pues con los actuales precios internacionales eso sigue siendo un buen negocio. Según Haya de la Torre, el antimperialismo era la razón de ser del Apra.
Evo Morales mantiene un 59% de respaldo (cifras de Apoyo), mientras Alan García sigue como el tango, cuesta abajo. El entreguismo no paga. No en popularidad.

(Perú21, 29 de octubre de 2007. p.4)

Antonio Brack Egg: Sobre el perro del hortelano

El presidente de la República ha publicado el 28 de octubre , en El Comercio, un polémico artículo sobre los recursos desaprovechados y los impedimentos de diversa índole que frenan la generación de riqueza. Es la primera vez que un presidente toca ciertos temas: la Amazonía; la puesta en valor de los bosques; respetar los bosques vírgenes; hacer productivas 8 millones de hectáreas degradadas; la propiedad de la tierra en la selva; el mar y la maricultura; la hidroenergía, limpia y renovable; la educación y la puesta en valor del cerebro de los jóvenes.
Señala diversos obstáculos para la puesta en valor de estos recursos: "el síndrome del perro del hortelano"; el minifundio; los nativos selváticos no contactados; la sacralización de la selva; el sueño de un país agrario más no minero; y, en fin, la falta de una visión de apuesta hacia el futuro. Se indica que es necesario fomentar las grandes propiedades privadas y las tierras deberían ser vendidas en grandes lotes para generar inversión y desarrollo. Sin embargo, varios temas importantes se quedaron en el tintero.
Uno de ellos es que para ser propietario de tierras en la selva la falacia actual es que solo se puede otorgar propiedad sobre el suelo mas no sobre el bosque. Para titular se exige que el bosque debe ser talado y que deben existir 'mejoras', o sea, agricultura o ganadería, porque hasta hoy el desarrollo amazónico se concibe como desarrollo agropecuario, mas no de manejo de bosques. Si se continúa con este enfoque se fomentará la tala de bosques para fines agropecuarios mas no para generar riqueza. Esto conllevará a que la tala de bosques sea indetenible y que el año 2020 no solo existan 10 millones de hectáreas deforestadas, como hoy, sino 20 millones y un desastre como en San Martín, donde se han talado 2 millones y solo se cultivan 300 mil.
Otro punto importante es la reingeniería del aparato estatal. Hoy el Estado es uno de los impedimentos más patéticos para avanzar en el desarrollo: trámites engorrosos y reglamentos con enfoque anticuado; funcionarios sin mentalidad de fomento sino de freno; escasa autoridad; y, lo que es peor; sin una visión de futuro en concordancia con las nuevas tendencias. Necesitamos un Estado facilitador y promotor, y que vele por los derechos de los ciudadanos.
El que solo las grandes propiedades posibilitarán la puesta en valor y la inversión, no es tan cierto. En Pachiza (Juanjuí) existen centenares de cultivadores de cacao de primera calidad y que exportan a Suiza a Ferrero Rocher a través de Acopagro, y el secreto es producir calidad, asociarse y llegar al mercado en forma competitiva. En Ucayali existen miles de cultivadores de palma aceitera; se han asociado; poseen su propia planta de procesamiento, y están en la capacidad de ampliarse con fondos propios. En Madre de Dios los castañeros de Ascart tienen certificación forestal y orgánica de valor internacional y exportan castaña orgánica a Europa a buenos precios. En Cotahuasi la APCO, formada por decenas de agricultores tradicionales, exportan productos andinos (kiwicha, quinua, maíz morado, etc.) orgánicos a Europa. En Lamas, la cooperativa Oro Verde exporta un café de alta calidad al mercado francés. Casos como estos abundan. Recordemos que el Perú es un país donde los microempresarios y pequeños empresarios son más del 90%.
Para lograr reforestar las tierras degradadas ociosas e ingresar al enorme mercado de los bonos de carbono y producir un recurso escaso a futuro, como son la madera y sus derivados, no hace falta entregar la tierra a grandes consorcios, porque comunidades organizadas y capacitadas también lo pueden hacer. El ejemplo fehaciente es la cooperativa Atahuallpa-Jerusalén de Porcón, en Cajamarca, que, con apoyo belga, ha reforestado 9.500 hectáreas y hoy el manejo de bosques es su primera fuente de ingresos. En la sierra existen miles de hectáreas de aptitud para la reforestación en manos de centenares de comunidades, pero que no logran poner en valor sus tierras por falta de organización y capacitación. Los capitales existen y están disponibles. Chile, Uruguay, Brasil y Argentina están reforestando millones de hectáreas porque el Estado ha tomado una decisión política para atraer capitales.
En la Amazonía las comunidades nativas son dueñas de al menos 12 millones de hectáreas de bosques y podrían transformarse en magníficos empresarios forestales. Lo han demostrado 5 comunidades shipibas de Ucayali que han obtenido certificación forestal internacional para el manejo de sus bosques comunitarios, apoyados por una ONG con visión moderna.
Finalmente, concuerdo con el presidente en que debemos poner en valor el cerebro de nuestros jóvenes. Esto significa reorientar la educación hacia objetivos claros e incluir el buen manejo de recursos naturales; dar a conocer las bondades de la acuicultura, del ecoturismo, de las plantaciones forestales, de la producción orgánica, de la mejora genética de los camélidos andinos, del reciclaje de residuos sólidos y de aguas servidas, de la minería limpia y con responsabilidad social; y fomentar una mentalidad de ser empresarios. Vale decir, dar el paso de ser campesino a ser empresario del agro; asociarse; producir calidad; y poder llegar a los mercados mundiales. Estas serían las bases para un TLC hacia adentro.

El Comercio 03/11/2007

Alan García: El síndrome del perro del hortelano

El reclamo por la titulación de la vivienda es muy grande. Cada peruano sabe que con una propiedad legalizada, vendible, hipotecable o transmisible por herencia puede mejorar su situación. Pero el Perú como conjunto tiene el mismo problema y no lo sabe. Muchos de sus bienes no se pueden poner en valor, ni vender, ni se puede invertir en ellos, ni generar empleos con ellos.
Hay millones de hectáreas para madera que están ociosas, otros millones de hectáreas que las comunidades y asociaciones no han cultivado ni cultivarán, además cientos de depósitos minerales que no se pueden trabajar y millones de hectáreas de mar a los que no entran jamás la maricultura ni la producción. Los ríos que bajan a uno y otro lado de la cordillera son una fortuna que se va al mar sin producir energía eléctrica. Hay, además, millones de trabajadores que no existen, aunque hagan labores, pues su trabajo no les sirve para tener seguro social o una pensión más adelante, porque no aportan lo que podrían aportar multiplicando el ahorro nacional.
Así pues, hay muchos recursos sin uso que no son transables, que no reciben inversión y que no generan trabajo. Y todo ello por el tabú de ideologías superadas, por ociosidad, por indolencia o por la ley del perro del hortelano que reza: "Si no lo hago yo que no lo haga nadie".
El primer recurso es la Amazonía. Tiene 63 millones de hectáreas y lluvia abundante. En ella, se puede hacer forestación maderera especialmente en los 8 millones de hectáreas destruidas, pero para eso se necesita propiedad, es decir un terreno seguro sobre 5.000, 10.000 o 20.000 hectáreas, pues en menos terreno no hay inversión formal de largo plazo y de alta tecnología.
Ahora solo existen las concesiones que dependen de la voluntad del Gobierno y del funcionario que puede modificarlas. Por eso nadie invierte ni crea un puesto de trabajo por cada dos hectáreas como debería ser; ni hay elaboración de la madera y exportación de muebles. En su mayoría, esas concesiones rapiña solo han servido para sacar la madera más fina, deforestar y abandonar el terreno.
Por el contrario, la propiedad formal por grandes empresas colectivas como los fondos de pensiones permitiría hacer inversiones de largo plazo desde la siembra hasta la cosecha años después.
Los que se oponen dicen que no se puede dar propiedad en la Amazonía (¿y por que sí en la costa y en la sierra?). Dicen también que dar propiedad de grandes lotes daría ganancia a grandes empresas, claro, pero también crearía cientos de miles de empleos formales para peruanos que viven en las zonas más pobres. Es el perro del hortelano.
Respetemos los bosques vírgenes y nativos, pero comencemos por los 8 millones de hectáreas que han sido convertidos en desiertos y destruidos en los últimos años por las concesiones rapiña, la coca y la tala salvaje. Allí podrán generarse un millón de empleos y además trabajos en la elaboración de muebles.
Es una vergüenza que Chile exporte US$2.000 millones en madera sin tener una hectárea de Amazonía, Uruguay US$1.000 millones, Brasil US$8.000 millones y que el Perú apenas exporte US$200 millones.
Un segundo tema demuestra lo mismo, es la tierra. Para que haya inversión se necesita propiedad segura, pero hemos caído en el engaño de entregar pequeños lotes de terreno a familias pobres que no tienen un centavo para invertir, entonces aparte de la tierra, deberán pedirle al Estado para fertilizantes, semillas, tecnología de riego y además precios protegidos. Este modelo minifundista y sin tecnología es un círculo vicioso de miseria, debemos impulsar la mediana propiedad, la clase media de la agricultura que sabe conseguir recursos, buscar mercados y puede crear trabajo formal.
¿Pero qué es lo que observamos en el país? Cuando uno ve una playa muy bella, alguien ya la denunció hace muchos años y no ha puesto un centavo de inversión para hacer en ella un balneario y pasará decenios más sin valor. Así están todos los cerros que rodean lima, donde la inversión podría hacer milagros. Así están todas la canteras y calizas de cemento denunciadas pero no trabajadas.
Además existen verdaderas comunidades campesinas, pero también comunidades artificiales, que tienen 200 mil hectáreas en el papel pero solo utilizan agrícolamente 10 mil hectáreas y las otras son propiedad ociosa, de 'mano muerta', mientras sus habitantes viven en la extrema pobreza y esperando que el Estado les lleve toda la ayuda en vez de poner en valor sus cerros y tierras, alquilándolas, transándolas porque si son improductivas para ellos, sí serían productivas con un alto nivel de inversión o de conocimientos que traiga un nuevo comprador.
Pero la demagogia y el engaño dicen que esas tierras no pueden tocarse porque son objetos sagrados y que esa organización comunal es la organización original del Perú, sin saber que fue una creación del virrey Toledo para arrinconar a los indígenas en las tierras no productivas.
Este es un caso que se encuentra en todo el Perú, tierras ociosas porque el dueño no tiene formación ni recursos económicos, por tanto su propiedad es aparente. Esa misma tierra vendida en grandes lotes traería tecnología de la que se beneficiaría también el comunero, pero la telaraña ideológica del siglo XIX subsiste como un impedimento. El perro del hortelano.
El tercer tema es el de los recursos mineros en los que el Perú tiene la riqueza más grande del mundo, no solo por la cantidad sino también por la variedad de recursos mineros, o que permite que si un producto baja de precio, se compense con otros productos. Sin embargo, apenas la décima parte de esos recursos está en proceso de explotación, porque aquí todavía discutimos si la técnica minera destruye el medio ambiente, lo que es un tema del siglo pasado, claro que antes lo destruía y los problemas ambientales de hoy son básicamente por las minas de ayer, pero en la actualidad las minas conviven con las ciudades sin que existan problemas y en todo caso eso depende de lo estricto que sea el Estado en la exigencia tecnológica a las empresas mineras y en negociar mayor participación económica y laboral para los departamentos donde estén las minas.
Cuando voy a la ciudad de Ilo y veo su desarrollo urbano, que es el más avanzado del Perú, sé que es producto de la minería y de la pesquería y me duele comparar eso con el pueblo de Ayabaca, que tiene más recursos mineros que la mina de Cuajone en el sur, pero que vive la mayor pobreza. Y es que allí el viejo comunista anticapitalista del siglo XIX se disfrazó de proteccionista en el siglo XX y cambia otra vez de camiseta en el siglo XXI para ser medioambientalista. Pero siempre anticapitalista, contra la inversión, sin explicar cómo, con una agricultura pobre, se podría dar un salto a un mayor desarrollo.
Y contra el petróleo, han creado la figura del nativo selvático 'no conectado'; es decir, desconocido pero presumible, por lo que millones de hectáreas no deben ser exploradas, y el petróleo peruano debe quedarse bajo tierra mientras se paga en el mundo US$90 por cada barril. Es preferible para ellos que el Perú siga importando y empobreciéndose.
Un cuarto tema es el del mar; Japón tiene menos riqueza pesquera pero come cinco veces más pescado por año y por habitante que el Perú, porque ha desarrollado su maricultura. Pero aquí, cada vez que se quiere otorgar un lote de mar para que un inversionista ponga sus jaulas de crianza artificial, aumente la producción y cree trabajo, reaccionan los pescadores artesanales de la caleta cercana, que ven nacer una competencia más moderna y dicen que se está bloqueando su derecho al libre paso, que se contamina el mar y otros invocan lo sagrado del Mar de Grau, en vez de aceptar esta nueva actividad que podría generar cientos de miles de empleos.
Además, el Perú tiene en la cordillera una riqueza enorme por las lluvias que caen sobre ella. Se calcula que anualmente caen 800 mil millones de metros cúbicos en la cordillera que bajan por los ríos hacia el Pacífico y el Atlántico. De lo que va al Pacífico aprovechamos una pequeña cantidad para agricultura y para la generación eléctrica, pero de lo que baja hacia el Atlántico a formar el Amazonas, no aprovechamos prácticamente nada.
¿Cómo aprovecharlo? Ahora que el petróleo aumenta y seguirá aumentando su precio, debemos pensar en la generación eléctrica que es renovable, casi eterna y limpia. Y pensar su uso y su venta en términos continentales. Grandes centrales eléctricas hechas sobre el Marañón y en las caídas del bajo Urubamba, nos permitirán vender energía a Ecuador, Colombia, Chile, Brasil. Pero eso tienen que hacerlo grandes capitales privados o internacionales que necesitan una seguridad de muy largo plazo para invertir miles de millones y para poder recuperar sus inversiones. Pero el perro del hortelano dice: ¿Por qué van a hacer dinero con nuestras caídas de agua? Mejor que lo haga el gobierno regional. Pero no dicen con qué dinero.
Así pues, cualquier peruano que mire a su alrededor verá cuánta riqueza existe que no está puesta en valor.
En quinto lugar, el propio trabajo humano no está puesto en valor para el que trabaja. El trabajo informal que es mayoritario, es un trabajo no incorporado a la economía ni a la legalidad; no tiene seguridad social porque no cotiza, no tiene pensión porque no aporta a ningún sistema, para darle valor a ese trabajo en beneficio a la persona, lo lógico sería un avance progresivo para que los empleados de la microempresa, que son millones, tengan en primer lugar los derechos fundamentales mínimos, seguro de salud, pensión y 8 horas. Es más de lo que hoy tienen. Así se fortalecen la caja de pensiones y el fondo del seguro médico.
Pero a este acceso progresivo se opone la demagogia que dice: "Hay que dar de inmediato todos los derechos a los trabajadores de la microempresa familiar o informal". Pero no saben (o tal vez sí) que lo único que conseguirán es que el microempresario, incapaz de pagar esos costos, cierre la empresa y despida a muchos trabajadores, con lo cual el remedio será peor que la enfermedad.
También hay otros que dicen: "Si no se puede dar de inmediato todas las gratificaciones y 30 días de vacaciones, que el Estado les dé salud total sin que coticen y les dé a todos una pensión mínima sin que hayan aportado". Pero resulta que son estos los mismos que están en contra de la inversión forestal en la selva porque es sagrada, en contra de que el comunero venda, aunque quiera, las tierras comunales porque son sagradas, en contra de que se abran más minas porque el Perú solo debe ser agrario, que no haya maricultura en el mar. Y así sin inversión, sin trabajo creado, creen que el Estado es un pozo sin fondo del que pueden salir eternamente todos los recursos y terminar diciendo: "Reduce la jornada laboral estatal a 6 horas, paga más salarios, aunque el Perú no produzca más".
Como punto final podría añadir que tampoco se pone en valor el cerebro de nuestros alumnos e hijos. La educación se hace en la mayoría de casos para ser aprobada con 11, en lugar de impulsar la excelencia y el esfuerzo del 18. Un grupo de malos profesores y malos funcionarios exigen no ser evaluados para esconder su mediocridad y así el sistema sigue produciendo resultados sin valor. Y los de siempre dicen: "Que me den más sin que yo cambie y sin que haga ningún esfuerzo". Así pues, son aliados del minero informal, del maderero clandestino, de la miseria campesina, del empleo informal y de la falta de mérito y esfuerzo.
Frente a la filosofía engañosa del perro del hortelano, la realidad nos dice que debemos poner en valor los recursos que no utilizamos y trabajar con más esfuerzo. Y también nos lo enseña la experiencia de los pueblos exitosos, los alemanes, los japoneses, los coreanos y muchos otros. Y esa es la apuesta del futuro, y lo único que nos hará progresar.


El Comercio 28/10/2007