lunes, 24 de marzo de 2008

Alberto Adrianzén M.: Educación del perro hortelano

Sería bueno preguntarle al ministro de Educación, José Antonio Chang, si sus únicos objetivos son humillar permanentemente a los maestros para bajarles la autoestima y crear este nuevo mito, como lo acaba de decir la congresista Martha Hildebrandt, que el casi único responsable de la pésima calidad de la educación es el SUTEP.
Porque desde que el presidente García lanzó su famosa idea del "Perro del Hortelano", muchos se están acostumbrando a echarles la culpa de nuestro atraso a los sectores populares y/o a los sectores sociales organizados, incluso, en el colmo de la desfachatez, a los más pobres, como si la crisis y al mismo tiempo la farsa educativa en las que hoy vivimos no fuesen responsabilidad principal de las elites y del propio Estado. Una manera de conocer el aprecio, interés y respeto de las elites (políticas, económicas, sociales y culturales) por su país es el nivel educativo del pueblo. Y en eso, el desdén es realmente clamoroso.
El ministro de Educación luego de esta evaluación –que es la tercera que se hace– ha dicho una verdad obvia: "que muchos maestros no están preparados para enseñar". Además, insistiendo en el error, sostiene que su política será ir evaluando a los docentes y –si aprueban– entonces se mejorarán sus condiciones económicas. En verdad, es mirar la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. No hay ni siquiera un miligramo de autocrítica. Es una fuga hacia adelante.
Cualquier persona que haya enseñado seriamente alguna vez, sabe que si en su curso hay más del 90% de desaprobados, el problema es mucho más complejo y que echarle la culpa a los alumnos es, simplemente, una manera de evadir responsabilidades. Lo mismo podemos decir de estas evaluaciones a los maestros.
Y si bien los datos de esta última evaluación ya se conocen, vale la pena volverlos a recordar: de los 183,118 docentes que rindieron la prueba, solo 151 obtuvieron la nota aprobatoria de 14, es decir el 0.08%, por otra parte, 8,593 fueron calificados para ser contratados, es decir obtuvieron más de 11, lo que equivale al 4.69%. En 6 regiones (Amazonas, Huancavelica, Madre de Dios, San Martín, Tacna y Ucayali), ningún profesor obtuvo la nota de 14; en 15 regiones el número fue inferior a diez profesores; y solo en 4 el número de profesores aprobados con la nota 14 es mayor de diez. Por eso vale la pena hacer algunas preguntas:
1) Por qué tiene que aplicarse un único examen en un país tan diverso como es el Perú. A un país diverso le corresponde un examen diverso para así recoger las obvias heterogeneidades regionales y culturales.
2) Por qué el examen lo preparó ESAN, que no es una institución especializada en educación, en lugar, por ejemplo, del Consejo Nacional de Educación que es una institución realmente plural y especializada en el tema.
3) Cuántos profesores que han sido capacitados por el Programa Nacional de Formación y Capacitación Permanente (PRONAFCAP) han aprobado el famoso examen. En Ucayali, según el ciudadano Eduardo León, ninguno. Hay que mencionar que el PRONAFCAP (Decreto Supremo Nº 007-2007-ED), cuenta con el apoyo prioritario de las Universidades públicas y/o privadas, así como de otras instituciones de educación superior de "prestigio para que participen en el proceso de formación y capacitación permanente de los docentes".
4) Por qué el ministro Chang no habla nada de evaluar su propio trabajo e insiste, prácticamente, en culpar únicamente a los maestros.5) Por qué, no se dejó de lado esta evaluación cuando fracasó la famosa propuesta del tercio superior. Así no tendríamos esta paradoja: se hace un concurso de nombramientos el 9 de marzo cuando el año escolar comienza el 3 del mismo mes.
En realidad, el concurso ha mostrado algo obvio: el problema educativo es de muy largo plazo. Por lo tanto, se requiere de un gran consenso nacional que vaya más allá de los gobiernos y de las veleidades presidenciales. Y si bien el Acuerdo Nacional y el Consejo Nacional de la Educación son buenos espacios para ello, lo primero que hay que hacer es terminar con una política educativa que depende de la inspiración presidencial (eso sucedió con el famoso tercio superior), que carece de planes de largo aliento, y de un ministro que, además de incompetente, le dice "sí, señor" a todas estas "genialidades". A lo mejor los auténticos "Perro del Hortelano" no están en la oposición sino en el gobierno.
La República, 22/03/2008

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