Tan de moda en el Perú que hasta los artículos del presidente García se refieren al "perro del hortelano", pocos conceptos se aplican tan bien como este a la CAN (Comunidad Andina de Naciones). Por coincidencia, además, en el diccionario de la Real Academia Española CAN significa "perro, mamífero canino".
Desde su fundación la CAN no ha sido capaz de consolidar adecuadamente el proceso de integración continental; ya han pasado 40 años. Si bien hay algunos éxitos, como la zona de libre comercio andina, han sido más los intentos fallidos y reveses y, sobre todo demoras, en entender cómo funciona el mundo hoy.
Desde que el Perú empezó a negociar acuerdos comerciales bilaterales comerciales, la CAN parecía más una camisa de fuerza que un grupo orientado a la integración con el resto del mundo, con los mercados más grandes. Parecía hecha para negociar entre nosotros y levantar las barreras hacia fuera, mismo castillo medieval.
La CAN se instituyó en 1969 como Pacto Andino y a lo largo de su historia fue incapaz de mantener a sus miembros originales. Se apartaron primero Chile, que negoció una ventana de acuerdos comerciales, y luego Venezuela, que creó el ALBA.
Ocho años de negociación nos llevó con el Mercosur hasta que el Perú apuró el proceso; luego el ALCA, que pretendía para el bloque andino un mismo arancel externo "común" que fue imposible de consensuar. Con el TLC con EE.UU. se empezaron a intensificar las diferencias: Perú y Colombia avanzaban, Ecuador quería pero no podía, y Bolivia nunca fue parte del proceso del TLC a pesar del interés del sector privado, especialmente, de Santa Cruz.
La negociación andina con Europa en bloque no avanza porque de los cuatro socios que quedan, dos no desean esa negociación. Si se mantiene esa dinámica será un proceso eterno pero no por la negociación sino por la falta de voluntad política.
Perú está en la fase de implementación del TLC con EE.UU. A duras penas y en forma discutible, violando la normativa del consenso andino, el Perú ha logrado pasar una norma para adecuar e implementar el capítulo de propiedad intelectual. Bolivia no solo no lo aprueba, sino que Evo le pide a Alan un debate sobre el TLC, que él mismo ni comprende; es decir, la CAN no hace ni deja que otros hagan, no avanza ni deja que otros avancen, esta es la CAN del hortelano. A pesar de que en forma discutible jurídicamente los países han modificado la normativa andina en este caso, eso no garantiza que hacia delante no encontremos más piedras en el camino.
Bolivia no logra resolver sus problemas internos, Ecuador preside la CAN y promueve una cumbre presidencial, como tantas otras que no han dado resultados, mientras García en Lima envía cartas a la UE para pedir una negociación bilateral. Venezuela pretende ayudar a Bolivia en crisis con declaraciones que ofenden el orgullo del ejército boliviano y mientras tanto la CAN se sigue desintegrando y el Perú esperando.
La CAN del hortelano necesita una reingeniería profunda para subsistir, que no creo posible en el actual escenario. Al Perú le queda como opciones, primero, mantenerse en la CAN y apostar tercamente por su modernización lo que es difícil con Evo y Correa. Segundo, la opción más radical, la de Chile y Venezuela, irse y mantener la zona de libre comercio andino. Y la tercera es la vía intermedia: renunciar a la condición de socio y solicitar la de asociado, sin voto y sin voz pero participando como Panamá, Chile y Brasil, es decir, solo declarativa o figurativamente.
Tal vez la decisión está cerca. Lo que está claro es que nunca antes el Perú había tenido tantas razones para hacer esta evaluación y tomar la decisión que más nos conviene como país.
Desde su fundación la CAN no ha sido capaz de consolidar adecuadamente el proceso de integración continental; ya han pasado 40 años. Si bien hay algunos éxitos, como la zona de libre comercio andina, han sido más los intentos fallidos y reveses y, sobre todo demoras, en entender cómo funciona el mundo hoy.
Desde que el Perú empezó a negociar acuerdos comerciales bilaterales comerciales, la CAN parecía más una camisa de fuerza que un grupo orientado a la integración con el resto del mundo, con los mercados más grandes. Parecía hecha para negociar entre nosotros y levantar las barreras hacia fuera, mismo castillo medieval.
La CAN se instituyó en 1969 como Pacto Andino y a lo largo de su historia fue incapaz de mantener a sus miembros originales. Se apartaron primero Chile, que negoció una ventana de acuerdos comerciales, y luego Venezuela, que creó el ALBA.
Ocho años de negociación nos llevó con el Mercosur hasta que el Perú apuró el proceso; luego el ALCA, que pretendía para el bloque andino un mismo arancel externo "común" que fue imposible de consensuar. Con el TLC con EE.UU. se empezaron a intensificar las diferencias: Perú y Colombia avanzaban, Ecuador quería pero no podía, y Bolivia nunca fue parte del proceso del TLC a pesar del interés del sector privado, especialmente, de Santa Cruz.
La negociación andina con Europa en bloque no avanza porque de los cuatro socios que quedan, dos no desean esa negociación. Si se mantiene esa dinámica será un proceso eterno pero no por la negociación sino por la falta de voluntad política.
Perú está en la fase de implementación del TLC con EE.UU. A duras penas y en forma discutible, violando la normativa del consenso andino, el Perú ha logrado pasar una norma para adecuar e implementar el capítulo de propiedad intelectual. Bolivia no solo no lo aprueba, sino que Evo le pide a Alan un debate sobre el TLC, que él mismo ni comprende; es decir, la CAN no hace ni deja que otros hagan, no avanza ni deja que otros avancen, esta es la CAN del hortelano. A pesar de que en forma discutible jurídicamente los países han modificado la normativa andina en este caso, eso no garantiza que hacia delante no encontremos más piedras en el camino.
Bolivia no logra resolver sus problemas internos, Ecuador preside la CAN y promueve una cumbre presidencial, como tantas otras que no han dado resultados, mientras García en Lima envía cartas a la UE para pedir una negociación bilateral. Venezuela pretende ayudar a Bolivia en crisis con declaraciones que ofenden el orgullo del ejército boliviano y mientras tanto la CAN se sigue desintegrando y el Perú esperando.
La CAN del hortelano necesita una reingeniería profunda para subsistir, que no creo posible en el actual escenario. Al Perú le queda como opciones, primero, mantenerse en la CAN y apostar tercamente por su modernización lo que es difícil con Evo y Correa. Segundo, la opción más radical, la de Chile y Venezuela, irse y mantener la zona de libre comercio andino. Y la tercera es la vía intermedia: renunciar a la condición de socio y solicitar la de asociado, sin voto y sin voz pero participando como Panamá, Chile y Brasil, es decir, solo declarativa o figurativamente.
Tal vez la decisión está cerca. Lo que está claro es que nunca antes el Perú había tenido tantas razones para hacer esta evaluación y tomar la decisión que más nos conviene como país.
el Comercio, 02/10/2008