lunes, 3 de diciembre de 2007

Aldo Mariátegui: Mi CADE propio: seguridad y progreso

Tras escuchar el discurso de García en CADE, uno analiza la forma y el fondo. Impecable en la primera. Aunada a su conocida capacidad de convencimiento, su oratoria se ha perfeccionado mucho en lo formal. Las cadencias en el ritmo, los tonos de voz, los “timings”, el manejo de temarios y estructuras –amén de los oportunos cambios de giros– parecían cibernéticos por lo perfectos. Diez minutos menos y le ponía 20. Es por lejos nuestro mejor orador moderno, ya del vuelo de monstruos como Reagan y Felipe González. Ya creo que superó a maestros en el tema como Piérola (le dabas un balcón y la gente –literalmente– mataba por él), Leguía (muy versátil y moderno; hasta usaba el quechua y la ropas típicas) y FBT (pecaba de lírico, pero en Punta del Este en 1967 y en el cierre de campaña de 1980 estuvo simplemente excelso) y le falta un poco más de lírica, castellano, historia y sentimiento para alcanzar al summun nacional que fue Haya, nuestro De Gaulle local en ese aspecto (aunque Haya, a diferencia del francés y esto es algo que abona a favor de Garcia, no era hipnóticamente televisivo por lo que he indagado).
En el fondo también estuvo muy bien, aunque le falta trabajar, a mi entender, tres temas más en su serie del “Perro del hortelano”: inversión en capital humano (¡Educación! Concentrar esfuerzos en la primaria como los asiáticos, hacer la secundaria más práctica y técnica como los europeos y que la universidad pública bote más ingenieros, contadores, administradores, programadores y biólogos que masivamente inútiles abogados, profesores y sociólogos), reforma integral del Estado (le falta ahondar más en procedimientos, duplicidades de funciones, centrales de gasto, “empoderamiento”, autonomías y gerencia) y seguridad.
Y vaya que Trujillo fue eficaz en recordarme con un asalto que un “boom económico” (no hay local vacío en esta ciudad, el tráfico es intenso, se ve mucha construcción, el inmenso “Aventura Mall” es un síntoma) puede ir a menudo acompañado de la intensificación de la delincuencia. Es algo hasta predictible, como sucedió en las pujantes Chicago y Nueva York en su momento. Trujillo está experimentando un proceso de “Chimbotización” acelerado en ese aspecto y si no cortamos esto se va a volver la Medellín peruana, algo que también puede experimentar pronto el también expansivo Chiclayo (imagínense lo que va ser esta ciudad tan mercantil con Olmos, su Chavimochic local).
Según me cuenta la Policía, aquí se ha concentrado todo el hampa de Chiclayo, Chimbote y hasta Huacho porque el dinero del progreso los atrae, además que la droga (cocaína y el creciente opio) también pone su granazo de arena en este engordamiento. A este ritmo, Trujillo se coloca lejos como la segunda ciudad del Perú en cinco años. Arequipa debe cambiar de mentalidad rojimia, que no se puede vivir del pasado y de darle la contra al futuro.
Sin seguridad no hay progreso. Mala imagen para Trujillo que corran las versiones, sin confirmar, que este viernes también asaltaron a otros seis asistentes a la CADE.

Correo, 02/12/2007

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