lunes, 3 de diciembre de 2007

César Lévano: El perro del Tío Sam

El perro es el único animal que sigue a su ­amo sin importarle a dónde lo lleva. Eso dijo un escritor de cierto país del Caribe refiriéndose al dictador que Estados Unidos había instalado allí.Lo recordé a causa del ar­tículo en que Alan García propone, sin tapujos, entregar la selva, la tierra de las comunidades, el suelo y el subsuelo, y todo lo que se pueda, a las transnacionales.Ha de tener, supongo, sus razones en dólares. Pero la historia del Perú y de toda América Latina no le asiste. Cualquier libro serio latinoamericano, estadounidense o europeo podría informarle sobre el tamaño de las ambiciones del Tío Sam.El 3 de mayo de 1913, el argentino Manuel Ugarte, gran precursor del antiimperialismo y de la unidad de nuestra América, pronunció en el Teatro Municipal de Lima la conferencia “Norte contra sur”. El texto lo incluyó Ugarte en su libro Mi campaña hispanoamericana, impreso por la editorial Cervantes en Barcelona, en 1922.En ese escrito histórico, que fue escuchado con interés por el José Carlos Mariátegui ­adolescente, el autor cita esta frase que el presidente de Estados Unidos Robert Taft acababa de publicar:“No está lejano el día en que tres banderas de estrellas y franjas señalen en tres sitios ­equidistantes la extensión de nuestro territorio: una en el Polo Norte, otra en el Canal de Panamá y la tercera en el Polo Sur. Todo el hemisferio será nuestro de hecho, como virtud de nuestra superioridad de raza ya es nuestro moralmente.”Al presidente García le gusta cantar. Quizás le interese el libro de Méri Franco-Lao ¡Basta! Canciones de testimonios y rebeldía de América Latina. Lo editó primero Maspero de París y luego Era de Barcelona. Allí se leen estas palabras del secretario de Estado Elihu Root, pronunciadas en 1912 en Nicaragua:“Es cuestión de tiempo para que México, la América Central y las islas que no poseemos en el Caribe se coloquen bajo nuestra bandera”.El autor de ¡Basta! precisa: “Los intereses (de Estados Unidos) están orientados hacia las minas de oro y las maderas”.Como diría Ionesco en La Cantante Calva: “¡Qué curioso! ¡Qué rara coincidencia!”: Maderas y oro es precisamente lo que García quiere entregar a la voracidad neocolonial.Se dirá que eso es historia antigua. Sí, pues; pero el TLC con México y con Centroamérica demuestra que los métodos y medios pueden cambiar, pero las ambiciones, nunca. Además, siempre hay vendepatrias de repuesto.¿Acaso ignora García que los gringos ambicionan la región del Amazonas, que no es sólo región de árboles, sino también de agua, un bien cuya escasez angustia a Norteamérica?He escrito antes que la inversión extranjera es necesaria y hasta imprescindible; pero no a costa del interés y la vida de la población, y de la soberanía del país.

La Primera 03/11/2007

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