sábado, 1 de diciembre de 2007

Enrique Bernales Ballesteros: En las manos del Congreso

El presidente García ha publicado una segunda parte de sus reflexiones sobre el síndrome del perro del hortelano. En su interesante disquisición, el presidente sostiene que este síndrome expresa una extensa vocación "patrimonialista". Nadie cede espacios y cada cual prefiere hacer las cosas, aunque las haga mal o no las haga.
No se equivoca el presidente. Basadre nos informa de situaciones donde el egoísmo y la prescindencia del otro, condujeron a sonoros fracasos que retrasaron o impidieron el avance y la concreción de proyectos nacionales de desarrollo y progreso. Lo que el presidente llama el "perro del hortelano" es, en realidad, una de las caras que patentiza la desconfianza entre los peruanos.
En la ocasión de comentar su primer artículo, señalé que uno de los principales puntos era buscar acuerdos que hicieran posible una reforma del Estado, gradual pero integral. El presidente nos da la razón. En los seis grandes rubros de propuestas para acabar con el perro del hortelano subyace la crítica a un Estado que acapara y paraliza opciones que, con un esquema más abierto, podrían significar crecimiento de la inversión, mejor prestación de servicios públicos, liberar bienes que el Estado no usa, abrir nuevas áreas de producción, aligerar los procedimientos, mejorar las relaciones estado-ciudadanos, acercar el trabajo al ahorro, entre otros.
El presidente propone políticas orientadas a cambiar el patrón de relaciones ciudadanas, mediante cambios significativos en el Estado, acompañados de ilusoria fe en el mercado. Pero el dato sustantivo es que el presidente sugiere que su gobierno no puede hacer gran cosa para impulsar estos cambios, pues todo requiere de ley. Así, siete iniciativas del Ejecutivo están entrampadas en las comisiones del Congreso. Sin embargo, el presidente anuncia que presentará otras diez iniciativas legales más para que el Estado venda acreencias, transe en juicios de menor cuantía, se conceda el derecho de cultivar en las restingas, se permita a las comunidades campesinas vender, parcelar o alquilar... y así, un largo etc.
Señor presidente, si el Congreso le ha demorado siete de los proyectos de ley destinados a aligerar la carga del Estado, ¿qué le hace pensar que le atenderá en los próximos diez proyectos que enviará próximamente? ¿Ha reparado, señor presidente, que fluye de su análisis que el principal perro del hortelano es el Congreso?
Es probable que el Congreso no sea consciente de esta concentración de poder. Parte del problema es el carácter decimonónico en el que permanece anclado el Parlamento. Si todo es materia legislativa, el resultado será el retardo y la incapacidad para resolver con celeridad y sencillez, lo que la realidad demanda. La otra traba es el Reglamento del Congreso, pues en materia de derecho parlamentario el atraso es enorme. Pero concierne también a la crisis de los partidos y a la composición inadecuada del Parlamento.
Señor presidente, si la solución pasa por llenar de propuestas al Congreso, ya puede usted seguir escribiendo sobre el perro del hortelano. ¿Por qué no probar, entonces, con el fortalecimiento de mecanismos de concertación y consenso que potencien el protagonismo ciudadano?
Además, en Francia, la tradición parlamentarista de la IV República acabó cuando la Constitución de la V República, aún vigente, creó la institución del "dominio de la ley", una fórmula que enumera los temas materia de ley, dejando lo demás a la potestad reglamentaria. Estoy seguro de que es consciente de que no todos los proyectos que enviará al Parlamento son asuntos que requieren ley, solo que en el Perú "todo" es dominio de la ley. Así las cosas, no acelerar una reforma constitucional que modernice al Estado e incremente la presencia de instituciones que fortalezcan la confianza ciudadana, es seguir engordando al perro del hortelano.

El Comercio, 29/11/2007

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