Hay que matar al perro
Los artículos del Presidente Alan García en torno al perro del hortelano han sacado roncha en sirios y troyanos, es decir aquí, allá, acullá, pues las grandes verdades que allí se enuncian – es decir tierras improductivas, oportunidades perdidas, etc.- son el punto de partida para una reflexión profunda de cómo usar mejor nuestros recursos naturales y ponerlos en valor para beneficio de todos los peruanos. Más allá de las discrepancias naturales que se han producido, atribuyéndole a García haber cambiado de perspectiva en su discurso político, todos coinciden en que hay que matar al perro.
Viene Lope de Vega
Pocos se han acordado en esos días que el famoso perro del hortelano, que no come ni deja comer, fue el título de una comedia palaciega de enredos del genial dramaturgo español Lope de Vega (Madrid 1618). Ojalá que los importantes enunciados de la reflexión presidencial no se conviertan, como en esa obra, en un enredo político del cual no saquen resultados.
El realismo de García
El fondo del asunto, es que el Presidente Alan García en el ejercicio de su función releva las numerosas trabas al desarrollo, sustentadas más que nada en el prurito nacional de no dejar hacer al otro sino lo hago yo. Este deporte de masas, por decirlo de algún modo, es el que han mantenido a nuestro país sentado sobre un banco de oro, según otra famosa frase atribuida a Raymondi.
No es casualidad
No es pues casualidad que el Presidente García en sus artículos anote que hay miles de hectáreas de tierras improductivas, un gran porcentaje de ellas en manos de comunidades campesinas, y que con el cuento de que son “sagradas” no se ponen en producción: o que no se desarrolle la maricultura simplemente porque los pescadores de las caletas arguyen que se obstruyen el derecho de paso o se contamina el Mar de Grau, también sagrado para estos intereses egoístas.
Una cita directa
Citamos puntualmente lo escrito por el Presidente: “Hay millones de hectáreas para madera que están ociosas, otros millones de hectáreas que las comunidades y asociaciones no han cultivado ni cultivarán, además cientos de depósitos minerales que no se pueden trabajar y millones de hectáreas de mar a los que no entran jamás la maricultura ni la producción. Los ríos que bajan a uno y otro lado de la cordillera son una fortuna que se va al mar sin producir energía eléctrica. Hay, además, millones de trabajadores que no existen, aunque hagan labores, pues su trabajo no les sirve para tener seguro social o una pensión más adelante, porque no aportan lo que podrían aportar multiplicando el ahorro nacional” ¿Alguien podría estar en desacuerdo con este diagnostico?
Diagnóstico y recetas
El Presidente no se quedó en el diagnóstico, sino que en su segundo artículo brindó recetas puntuales. Aquí una perla: premiar a los empleados públicos más eficientes, para estimularlos frente a quienes simplemente medran y burocratizan la acción del Estado. Esta receta, recordemos, ya la puntualizó. EL TAXISTA en boca del Ing. Saúl Yábar quien abogó por el establecimiento de incentivos para los funcionarios públicos que trabajan bien, para evitar la tentación de la coima y el dejar hacer, dejar pasar.
Las voces discrepantes
Ha habito en estos días, como es lógico, voces discrepantes que en todos los tonos han cuestionado lo que definen como “un cambio de discurso” del Presidente, respecto a los enunciados de su campaña, y del programa máximo de su Partido, el PAP. Ni lo uno ni lo otro, señores; los principios no están reñidos con las acciones, y menos cuando se tiene una perspectiva total desde un puesto de comando. El propósito es siempre el mismo, beneficiar a las grandes mayorías usando inteligentemente nuestros recursos naturales, como es el caso de los recursos mineros.
Minería y ambientalismo
La cita presidencial fue directa y amplia. Dijo que es bien cierto que los problemas medioambientales que hoy se enarbolan como banderas de lucha tienen su origen en actitudes empresariales del pasado que hoy con la globalización han sido absolutamente superadas por la empresa moderna. Además, dijo, el Estado deberá cumplir un rol de vigilancia extrema para que la inversión minera se ajuste a los cánones internacionales de respeto a la biodiversidad y el medio ambiente.
Desarrollo y negativismo
Afortunada fue la comparación que hizo el Presidente respecto a las realidades u Ilo y Ayabaca. Por un lado una ciudad moderna, fruto de una inversión, y por otra un mendigo sobre un banco de oro. La cita directa fue: “Cuando voy a la ciudad de Eloy veo su desarrollo urbano, que es el más avanzado del Perú, se que es producto de la minería y de la pesquería y me duele comparar eso con el pueblo de Ayabaca, que tiene más recursos mineros que la mina de Cuajote en el sur, pero que vive la mayor pobreza. Y es que allí el viejo comunista anticapitalista del siglo XIX se disfrazó de proteccionista en el siglo XX y cambia otra vez de camiseta en el siglo XXI para se medioambientalista, contra la inversión, sin explicar cómo, con una agricultura pobre, se podría dar un salto a un mayor desarrollo”
Energía que se pierde
Lo mismo pasa con el tema de la energía. Gran parte del agua que se genera en la cordillera se pierde improductivamente porque no la usamos para generar energía eléctrica. “Ahora que el petróleo aumenta y seguirá aumentando su precio, debemos pensar en la generación eléctrica. “Ahora que el petróleo aumenta y seguirá aumentando su precio, debemos pensar en la generación eléctrica que es renovable, casi eterna y limpia. Y pensar su uso y su venta en términos continentales. Grandes centrales eléctricas hechas sobre el Marañón y en las caídas del bajo Urubamba, nos permitirán vender energía a Ecuador, Colombia, Chile, Brasil: pero eso tiene que hacerlo grandes capitales privados o internacionales que necesitan una seguridad de muy largo plazo para invertir miles de millones para poder recuperar sus inversiones. Pero el perro del hortelano dice: ¿Por qué van a hacer dinero con nuestras caídas de agua? Mejor que lo haga el gobierno regional. Pero no dicen con que dinero”.
El tema de la educación
Finalmente es bueno recalcar que el tema de la educación es prioritario en un país en desarrollo. Todos coinciden en que el porcentaje presupuestal destinado a ese rubro debe ir en aumento año tras año, pero al mismo tiempo deben también coincidir en que los maestros deben ser capaces de demostrar en cualquier momento que están preparados para el reto, y no negarse a las evaluaciones que se proponen para ayudarlos a superarse. Algunos, sin embargo cuando se les toca el tema dicen “No se oye padre”.
El Taxista, 02/12/2007
miércoles, 5 de diciembre de 2007
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