Como fue adelantado, el presidente Alan García publicó el último domingo sus propuestas para acabar con el mal del “perro del hortelano”, incluyendo varios proyectos de ley que, en varios casos, todavía no han sido aprobados por el Congreso. Su nueva doctrina seguirá siendo discutida, este fin de semana, durante la Conferencia Anual de Ejecutivos (CADE) en Trujillo. Uno de los ángulos más comentados, además del evidente giro en torno a la inversión privada, ha sido el del impacto ecológico y ambiental que podrían tener algunas de las “recetas”.
La Huella Ecológica (HE) pisa fuerte en días de perros, hortelanos y bonanza económica. Se trata de una herramienta que mide cuánta agua y territorio –recursos renovables– consume anualmente una población. Esto se confronta con la capacidad del planeta para absorber los desechos sirviéndose de la tecnología disponible. Según la medición global, la HE actual de la Tierra sobrepasa en un 23% su capacidad regenerativa. Es decir, hoy consumimos en un año lo que el planeta puede renovar de modo sostenible en catorce meses.
El proyecto nació en la Universidad de British Columbia, Canadá, y sus creadores fueron Mathis Wackernagel y William Rees. Tiene entre los miembros de su consejo consultivo al famoso ambientalista David T. Suzuki y los premios Nobel de la Paz Óscar Arias, ex presidente de Costa Rica, y Wangari Maathai, activista de Kenia. José Manuel Barroso, presidente de la comisión europea, es otro de los notables entusiastas.
Ya 22 países trabajan con la organización sin ánimo de lucro que funciona desde el 2003, entre ellos Brasil y México. La meta es imponer la HE como un indicador de sostenibilidad tan indispensable para los países como el Producto Bruto Interno. El objetivo más inmediato es, en el 2015, contar con diez países que manejen su “riqueza ecológica” del mismo modo que monitorean sus finanzas. Canadá, Francia, Italia y el Reino Unido son probables candidatos. El ex alcalde de Londres, Ken Livingstone, realizó intensivas campañas en su ciudad.
LOCALMENTE, el secretario general de la Comunidad Andina, el ecuatoriano Freddy Ehlers, se ha declarado devoto de la Huella Ecológica y cada vez que declara en algún programa televisivo hace alusión a ella como si fuera un peregrino en el camino de Santiago de Compostela.
Otros son menos entusiastas. Xavier Sala i Martín, el famoso economista español que será figura estelar en la CADE este fin de semana en Trujillo, no disimula su escepticismo con el método. En entrevista con el diario El Comercio criticó a Greenpeace porque advirtió, basándose en la HE, que necesitaríamos cuatro planetas si todos los países crecieran al ritmo de la locomotora china. “Esa gente que dice que no hay que crecer más para evitar la destrucción del medio ambiente son hombres blancos, ricos y del norte”, criticó. “¿Acaso ves africanos en los barcos de Greenpeace? Ahora que ellos son ricos, dicen que hay que parar el crecimiento. Lo que tiene que hacer el Perú es que la gente se apunte al carro del crecimiento económico. A lo mejor tengamos más CO2 en la atmósfera pero mucho menos pobres. En el balance, entonces, seremos más felices”.
Los escritos del Presidente han servido de paraguas para varios sectores del gobierno, en medio de una lluvia de críticas por el atraso en las inversiones públicas del ejercicio 2007.
Pero para los gobernantes, la culpa propia siempre es ajena. El Presidente, en sus artículos, ya dijo quiénes son los culpables. Los ministerios y demás dependencias, sindican a la ley 26850, de contrataciones y adquisiciones, porque, según ellos, sus licitaciones son engorrosas y hay continuas impugnaciones a los resultados.
Dicho con palabras en boga, el Estado no sabe cómo adquirir los medios que necesita para operar la huerta. Por eso sostiene que cambiando la ley podrá comprar más rápido y sin reclamos.
Lo que sucede, en realidad, es que el gobierno no está dispuesto a hacer lo que debe: convertir al Estado en un Cliente Respetable. Mientras eso no ocurra, las compras estatales seguirán siendo un desastre, aunque la ley cambie todos los años.
Además, ya ley ya se cambió, y resultó un fiasco. En los conatos de compra de patrulleros y ambulancias se aplicó el Procedimiento Abreviado creado por el Decreto de Urgencia N° 124-06 con la finalidad de reducir los plazos y exigencias de la ley 26850, y prohibir las impugnaciones. Cuando se puso en práctica, ocurrió lo previsible: a la primera de bastos, las impugnaciones se hicieron a través de la prensa.
El Presidente ha lanzado varias propuestas, tres de ellas relacionadas con las adquisiciones y contrataciones. Son: el cumplimiento efectivo de la presunción de verdad, el establecimiento de un plazo límite de tres meses para los estudios de las inversiones públicas, y la tercerización del control de la inversión.
La presunción de verdad está implícita en toda declaración jurada, pero cualquier medida que se tome sobre ella caerá en saco roto mientras no se castigue el perjurio. El plazo límite para los estudios se refiere, sin duda, al que debería existir para su revisión.
En cuanto a la tercerización hay que andar con cuidado. Reglamentada, puede ser buena, pero no puede significar que el Estado se desentienda de sus adquisiciones y contrataciones.
Por lo tanto, nada de lo propuesto hará que el Estado se convierta en un Cliente Respetable, es decir aquel que en una licitación elabora bases que no están sesgadas a favor de algún postor, formula especificaciones claras y precisas, calcula presupuestos referenciales apropiados, conduce con corrección profesional la selección del proveedor y, después de firmado el contrato, cumple los compromisos adquiridos. Para lograr eso se necesita cambiar las personas, no la ley.
Para una empresa, ser considerada un Cliente Respetable es algo de importancia vital. Sin embargo, parece que en el Estado nadie piensa así, porque al ceder sus competencias a los organismos internacionales no se encamina a ser un Cliente Respetable. Por el contrario, confirma su condición de Cliente Poco Confiable y recibe de los organismos internacionales el tipo de trato que uno no quisiera para sí mismo: le exigen el pago adelantado del íntegro de sus propios servicios y el de las adquisiciones o contrataciones que van a efectuar por cuenta del Estado peruano.
El PNUD, que es el más usado, fue creado por las Naciones Unidas, en 1965, para ayudar a la administración de los países más atrasados, principalmente las repúblicas surgidas en África después de la Segunda Guerra Mundial. En esa época, EsSalud, por citar a uno de sus principales usuarios, tenía 30 años de vida. Todos los años transcurridos no le fueron suficientes para aprender a contratar y a cumplir lo contratado. Ahora, simplemente, renuncia a hacerlo.
Por lo tanto, encargar las adquisiciones y contrataciones a los organismos internacionales no es tercerizar el control de la inversión. Es zafar el bulto, y dejar que arree el que venga.
La Huella Ecológica (HE) pisa fuerte en días de perros, hortelanos y bonanza económica. Se trata de una herramienta que mide cuánta agua y territorio –recursos renovables– consume anualmente una población. Esto se confronta con la capacidad del planeta para absorber los desechos sirviéndose de la tecnología disponible. Según la medición global, la HE actual de la Tierra sobrepasa en un 23% su capacidad regenerativa. Es decir, hoy consumimos en un año lo que el planeta puede renovar de modo sostenible en catorce meses.
El proyecto nació en la Universidad de British Columbia, Canadá, y sus creadores fueron Mathis Wackernagel y William Rees. Tiene entre los miembros de su consejo consultivo al famoso ambientalista David T. Suzuki y los premios Nobel de la Paz Óscar Arias, ex presidente de Costa Rica, y Wangari Maathai, activista de Kenia. José Manuel Barroso, presidente de la comisión europea, es otro de los notables entusiastas.
Ya 22 países trabajan con la organización sin ánimo de lucro que funciona desde el 2003, entre ellos Brasil y México. La meta es imponer la HE como un indicador de sostenibilidad tan indispensable para los países como el Producto Bruto Interno. El objetivo más inmediato es, en el 2015, contar con diez países que manejen su “riqueza ecológica” del mismo modo que monitorean sus finanzas. Canadá, Francia, Italia y el Reino Unido son probables candidatos. El ex alcalde de Londres, Ken Livingstone, realizó intensivas campañas en su ciudad.
LOCALMENTE, el secretario general de la Comunidad Andina, el ecuatoriano Freddy Ehlers, se ha declarado devoto de la Huella Ecológica y cada vez que declara en algún programa televisivo hace alusión a ella como si fuera un peregrino en el camino de Santiago de Compostela.
Otros son menos entusiastas. Xavier Sala i Martín, el famoso economista español que será figura estelar en la CADE este fin de semana en Trujillo, no disimula su escepticismo con el método. En entrevista con el diario El Comercio criticó a Greenpeace porque advirtió, basándose en la HE, que necesitaríamos cuatro planetas si todos los países crecieran al ritmo de la locomotora china. “Esa gente que dice que no hay que crecer más para evitar la destrucción del medio ambiente son hombres blancos, ricos y del norte”, criticó. “¿Acaso ves africanos en los barcos de Greenpeace? Ahora que ellos son ricos, dicen que hay que parar el crecimiento. Lo que tiene que hacer el Perú es que la gente se apunte al carro del crecimiento económico. A lo mejor tengamos más CO2 en la atmósfera pero mucho menos pobres. En el balance, entonces, seremos más felices”.
Sala i Martín se precia de hablar sin tapujos y no escatima guijarros para tumbar de sus pedestales a famosos ecologistas como el ex vicepresidente estadounidense –y también Nobel 2007– Al Gore.
El economista de trajes vistosos olvida quizás que las autoridades locales de varias ciudades españolas adoptaron la HE como una herramienta para controlar sus niveles de consumo. No se encuentra, a pesar de ello, solitario en sus críticas. El gobierno australiano publicó un estudio en el que se cruzan el último Índice de Desarrollo Humano (IDH) de Naciones Unidas con la Huella Ecológica. De allí se deduce que los países que mejoran su IDH empeoran, por lo general, su HE.
Pero una mirada un poco más calibrada demostrará que los promotores de la HE no ladran. Y que incluso algunos de sus argumentos podrían ser volteados como una tortilla a favor de la nueva filosofía de Alan García.
EL DÉFICIT del 23% mencionado líneas más arriba se refiere a la HE global del planeta. Así, cada habitante consume recursos agrícolas, animales, pesqueros, infraestructura y de bosques (papel y combustible). También se contabiliza la producción de dióxido de carbono.
La última medición (data del 2003 publicada en el 2006) revela que cada habitante utiliza en promedio 2.2 hectáreas del conjunto mencionado. La biocapacidad total es de 1.8 hectáreas por persona. Esto arroja un déficit de 0.5.
El economista de trajes vistosos olvida quizás que las autoridades locales de varias ciudades españolas adoptaron la HE como una herramienta para controlar sus niveles de consumo. No se encuentra, a pesar de ello, solitario en sus críticas. El gobierno australiano publicó un estudio en el que se cruzan el último Índice de Desarrollo Humano (IDH) de Naciones Unidas con la Huella Ecológica. De allí se deduce que los países que mejoran su IDH empeoran, por lo general, su HE.
Pero una mirada un poco más calibrada demostrará que los promotores de la HE no ladran. Y que incluso algunos de sus argumentos podrían ser volteados como una tortilla a favor de la nueva filosofía de Alan García.
EL DÉFICIT del 23% mencionado líneas más arriba se refiere a la HE global del planeta. Así, cada habitante consume recursos agrícolas, animales, pesqueros, infraestructura y de bosques (papel y combustible). También se contabiliza la producción de dióxido de carbono.
La última medición (data del 2003 publicada en el 2006) revela que cada habitante utiliza en promedio 2.2 hectáreas del conjunto mencionado. La biocapacidad total es de 1.8 hectáreas por persona. Esto arroja un déficit de 0.5.
Al momento de acercar el lente es visto que los países de ingresos altos queman, en promedio, 6.4 hectáreas per cápita. Los números se disparan en casos como el de los Emiratos Árabes (11.9) y Estados Unidos (9.6). En ambos casos, y por obvias razones, la “huella del carbono” se lleva la parte más grande con 11.0 y 5.66, respectivamente.
En el caso de los países con ingresos medios el promedio de la HE es de 1.9 hectáreas. El Perú pertenece a ese grupo pero su consumo es menor: 1.4 hectáreas por persona. El asunto es más interesante si se repara en que la biocapacidad de nuestro territorio es de 3.8 hectáreas por persona.
Es decir, estamos entre quienes no son deficitarios y, más aún, gozamos de una importante “reserva”.
Pero, a diferencia de lo declarado por Sala i Martin, en el documental The Ecological Footprint: Accounting for a Small Planet los hombres ricos, blancos y nórdicos no ponen el grito en el cielo sobre la explotación de los recursos de países más pobres.
Las principales críticas de Wackernagel son enfiladas hacia el mundo desarrollado. Un dato resume su voracidad. Según los cálculos, el metro cuadrado de un gran mall de cualquier ciudad norteamericana, con tanto aire acondicionado como para provocar el ataque de cualquier asmático, requiere para su mantenimiento del equivalente de 1,600 metros.
Durante el documental Wackernagel señala que, mientras los países de altos ingresos vieron crecer su huella ecológica en 8% entre 1991 y el 2001 (y llegar al déficit actual de 3.1 hectáreas por habitante), los de ingresos medios y bajos la vieron decrecer. “En áreas pobres la gente necesita en realidad Huellas Ecológicas más grandes para satisfacer sus necesidades básicas”, reconoce el cerebro del programa.
EN EL ARTÍCULO del Perro del Hortelano, y en su reciente secuela, García se refiere a la deficiente utilización de los recursos naturales en el país. Sus críticos le increpan su ilimitada confianza en la inversión privada y reclaman el aparente giro a la derecha en su discurso (ver CARETAS 2001).
De otro lado, es indudable que algunas cifras de la Huella Ecológica juegan a su favor en el partido de fondo:
“Hay millones de hectáreas para madera que están ociosas”, se queja el presidente. La HE indica que 0.09 hectáreas de bosque per cápita son utilizadas en el Perú, mientras que la biocapacidad del país es de 2.45 hectáreas.
“Japón tiene menos riqueza pesquera pero come cinco veces más pescado por año y por habitante que el Perú, porque ha desarrollado su maricultura”, escribió García y reincidió en el tema el domingo último. Se aprovechan 0.12 hectáreas de recursos pesqueros por persona. La disponibilidad es más del triple, 0.39.
El déficit también se expresa en la utilización de tierras de pastoreo: 0.16 hectáreas p/c versus 0.55.
El pronóstico reservado viene con las emisiones de CO2 y el uso de energía, que equivale a más de la mitad de la HE en el mundo. Aunque los números no son exactos, el Perú se encuentra dentro del promedio latinoamericano en la variable (menos de 0.59 hectáreas p/c). CARETAS consultó a Jan Schwarz, coordinador de comunicaciones de la organización, quien respondió que la “huella de carbono del Perú sufre de grandes saltos a lo largo del tiempo. Esto refleja las dificultades para calcularla a partir de productos y energía que son exportados”.
Pero la resolución presidencial de aprovechar más el potencial minero (“apenas la décima parte de esos recursos está en proceso de explotación, porque aquí todavía discutimos si la técnica minera destruye el medio ambiente”) no augura para los escépticos un mañana alentador (ver nota de Manuel Pulgar Vidal en CARETAS 2001).
Aún así, AGP asegura que por la vía del decreto supremo acortará los plazos “para la gasificación de la industria y del transporte”. Otro proyecto de ley impulsará la generación eléctrica con recursos renovables, “las caídas del agua, que son la riqueza más grande que tiene el Perú para abastecerse y exportar”. El uso de tecnologías “limpias” es condición para la reducción del CO2 y la tendencia sudamericana de mover la matriz hacia la energía termo e hidroeléctrica es celebrada por los especialistas (ver www.footprintnetowork.com y www.carbonfootprint.com).
Inesperadamente, el nuevo catequismo de García puede guardar correlato ecológico. Su riesgo reside en el refrán del perro que ladra y no muerde. En el buen sentido del mordisco, se entiende. (Enrique Chávez)
En el caso de los países con ingresos medios el promedio de la HE es de 1.9 hectáreas. El Perú pertenece a ese grupo pero su consumo es menor: 1.4 hectáreas por persona. El asunto es más interesante si se repara en que la biocapacidad de nuestro territorio es de 3.8 hectáreas por persona.
Es decir, estamos entre quienes no son deficitarios y, más aún, gozamos de una importante “reserva”.
Pero, a diferencia de lo declarado por Sala i Martin, en el documental The Ecological Footprint: Accounting for a Small Planet los hombres ricos, blancos y nórdicos no ponen el grito en el cielo sobre la explotación de los recursos de países más pobres.
Las principales críticas de Wackernagel son enfiladas hacia el mundo desarrollado. Un dato resume su voracidad. Según los cálculos, el metro cuadrado de un gran mall de cualquier ciudad norteamericana, con tanto aire acondicionado como para provocar el ataque de cualquier asmático, requiere para su mantenimiento del equivalente de 1,600 metros.
Durante el documental Wackernagel señala que, mientras los países de altos ingresos vieron crecer su huella ecológica en 8% entre 1991 y el 2001 (y llegar al déficit actual de 3.1 hectáreas por habitante), los de ingresos medios y bajos la vieron decrecer. “En áreas pobres la gente necesita en realidad Huellas Ecológicas más grandes para satisfacer sus necesidades básicas”, reconoce el cerebro del programa.
EN EL ARTÍCULO del Perro del Hortelano, y en su reciente secuela, García se refiere a la deficiente utilización de los recursos naturales en el país. Sus críticos le increpan su ilimitada confianza en la inversión privada y reclaman el aparente giro a la derecha en su discurso (ver CARETAS 2001).
De otro lado, es indudable que algunas cifras de la Huella Ecológica juegan a su favor en el partido de fondo:
“Hay millones de hectáreas para madera que están ociosas”, se queja el presidente. La HE indica que 0.09 hectáreas de bosque per cápita son utilizadas en el Perú, mientras que la biocapacidad del país es de 2.45 hectáreas.
“Japón tiene menos riqueza pesquera pero come cinco veces más pescado por año y por habitante que el Perú, porque ha desarrollado su maricultura”, escribió García y reincidió en el tema el domingo último. Se aprovechan 0.12 hectáreas de recursos pesqueros por persona. La disponibilidad es más del triple, 0.39.
El déficit también se expresa en la utilización de tierras de pastoreo: 0.16 hectáreas p/c versus 0.55.
El pronóstico reservado viene con las emisiones de CO2 y el uso de energía, que equivale a más de la mitad de la HE en el mundo. Aunque los números no son exactos, el Perú se encuentra dentro del promedio latinoamericano en la variable (menos de 0.59 hectáreas p/c). CARETAS consultó a Jan Schwarz, coordinador de comunicaciones de la organización, quien respondió que la “huella de carbono del Perú sufre de grandes saltos a lo largo del tiempo. Esto refleja las dificultades para calcularla a partir de productos y energía que son exportados”.
Pero la resolución presidencial de aprovechar más el potencial minero (“apenas la décima parte de esos recursos está en proceso de explotación, porque aquí todavía discutimos si la técnica minera destruye el medio ambiente”) no augura para los escépticos un mañana alentador (ver nota de Manuel Pulgar Vidal en CARETAS 2001).
Aún así, AGP asegura que por la vía del decreto supremo acortará los plazos “para la gasificación de la industria y del transporte”. Otro proyecto de ley impulsará la generación eléctrica con recursos renovables, “las caídas del agua, que son la riqueza más grande que tiene el Perú para abastecerse y exportar”. El uso de tecnologías “limpias” es condición para la reducción del CO2 y la tendencia sudamericana de mover la matriz hacia la energía termo e hidroeléctrica es celebrada por los especialistas (ver www.footprintnetowork.com y www.carbonfootprint.com).
Inesperadamente, el nuevo catequismo de García puede guardar correlato ecológico. Su riesgo reside en el refrán del perro que ladra y no muerde. En el buen sentido del mordisco, se entiende. (Enrique Chávez)
Hectáreas de Recursos Utilizadas al Año por Persona
Biocapacidad Global 1.8
Biocapacidad Global 1.8
Emiratos Árabes 11.9
Estados Unidos 9.6
Kuwait 7.3
Australia 6.6
España 5.4
Japón 4.4
Argentina 2.3
Chile 2.3
China 1.6
Perú 1.4
Afganistán 0.1
Zafar el BultoVisión crítica sobre modificaciones legales, compras estatales y el riesgo con los organismos internacionales.
Los escritos del Presidente han servido de paraguas para varios sectores del gobierno, en medio de una lluvia de críticas por el atraso en las inversiones públicas del ejercicio 2007.
Pero para los gobernantes, la culpa propia siempre es ajena. El Presidente, en sus artículos, ya dijo quiénes son los culpables. Los ministerios y demás dependencias, sindican a la ley 26850, de contrataciones y adquisiciones, porque, según ellos, sus licitaciones son engorrosas y hay continuas impugnaciones a los resultados.
Dicho con palabras en boga, el Estado no sabe cómo adquirir los medios que necesita para operar la huerta. Por eso sostiene que cambiando la ley podrá comprar más rápido y sin reclamos.
Lo que sucede, en realidad, es que el gobierno no está dispuesto a hacer lo que debe: convertir al Estado en un Cliente Respetable. Mientras eso no ocurra, las compras estatales seguirán siendo un desastre, aunque la ley cambie todos los años.
Además, ya ley ya se cambió, y resultó un fiasco. En los conatos de compra de patrulleros y ambulancias se aplicó el Procedimiento Abreviado creado por el Decreto de Urgencia N° 124-06 con la finalidad de reducir los plazos y exigencias de la ley 26850, y prohibir las impugnaciones. Cuando se puso en práctica, ocurrió lo previsible: a la primera de bastos, las impugnaciones se hicieron a través de la prensa.
El Presidente ha lanzado varias propuestas, tres de ellas relacionadas con las adquisiciones y contrataciones. Son: el cumplimiento efectivo de la presunción de verdad, el establecimiento de un plazo límite de tres meses para los estudios de las inversiones públicas, y la tercerización del control de la inversión.
La presunción de verdad está implícita en toda declaración jurada, pero cualquier medida que se tome sobre ella caerá en saco roto mientras no se castigue el perjurio. El plazo límite para los estudios se refiere, sin duda, al que debería existir para su revisión.
En cuanto a la tercerización hay que andar con cuidado. Reglamentada, puede ser buena, pero no puede significar que el Estado se desentienda de sus adquisiciones y contrataciones.
Por lo tanto, nada de lo propuesto hará que el Estado se convierta en un Cliente Respetable, es decir aquel que en una licitación elabora bases que no están sesgadas a favor de algún postor, formula especificaciones claras y precisas, calcula presupuestos referenciales apropiados, conduce con corrección profesional la selección del proveedor y, después de firmado el contrato, cumple los compromisos adquiridos. Para lograr eso se necesita cambiar las personas, no la ley.
Para una empresa, ser considerada un Cliente Respetable es algo de importancia vital. Sin embargo, parece que en el Estado nadie piensa así, porque al ceder sus competencias a los organismos internacionales no se encamina a ser un Cliente Respetable. Por el contrario, confirma su condición de Cliente Poco Confiable y recibe de los organismos internacionales el tipo de trato que uno no quisiera para sí mismo: le exigen el pago adelantado del íntegro de sus propios servicios y el de las adquisiciones o contrataciones que van a efectuar por cuenta del Estado peruano.
El PNUD, que es el más usado, fue creado por las Naciones Unidas, en 1965, para ayudar a la administración de los países más atrasados, principalmente las repúblicas surgidas en África después de la Segunda Guerra Mundial. En esa época, EsSalud, por citar a uno de sus principales usuarios, tenía 30 años de vida. Todos los años transcurridos no le fueron suficientes para aprender a contratar y a cumplir lo contratado. Ahora, simplemente, renuncia a hacerlo.
Por lo tanto, encargar las adquisiciones y contrataciones a los organismos internacionales no es tercerizar el control de la inversión. Es zafar el bulto, y dejar que arree el que venga.
Caretas Nº 2001, 29/11/2007
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