Joseph Stiglitz, el Premio Nobel de Economía que se ha destacado por su crítica a las condiciones actuales de globalización y a los TLC, visita Lima a dar una serie de conferencias. Su trayectoria es múltiple y destacada, pero uno de sus trabajos más recientes y menos conocido en nuestro país es un libro, realizado conjuntamente con el también famoso Jeffrey Sachs, sobre la “maldición de los recursos naturales”.
¿Cómo es esto que los recursos naturales son una maldición? ¿No son acaso una fuente de riqueza? Una década atrás, Jeffrey Sachs junto a otro economista llamado Andrew Warner, hicieron una investigación para ver qué factores influenciaban que unos países crecieran más que otros, e incluyeron como uno de los posibles factores, la cantidad de recursos naturales que tenían. Pensaban que, mientras más riqueza natural poseía un país, mejor podría irle a su economía. Pero resultó que era al revés, y esta sorpresa la llamaron “la maldición de los recursos naturales”. Luego se ha encontrado que, efectivamente, en muchos otros lugares la explotación de recursos naturales como la minería y el petróleo, no han llevado al desarrollo. El Perú no es el único país minero poco desarrollado, ni posiblemente el peor: Nigeria, Angola, Chad o Sierra Leona en África comparten esta triste situación.
¿Cómo es esto posible? La minería tiene algunos efectos perniciosos que saltan a la vista, como la contaminación ambiental o el desplazamiento de campesinos de sus tierras sin su consentimiento y sin una compensación económica justa. Pero también puede generar otros problemas que no están tan obviamente vinculados, como el aumento de la desigualdad, el descuido de la educación, la mayor corrupción, los conflictos en torno a la captura de la renta y la menor estabilidad macroeconómica.
¿Cómo es esto que los recursos naturales son una maldición? ¿No son acaso una fuente de riqueza? Una década atrás, Jeffrey Sachs junto a otro economista llamado Andrew Warner, hicieron una investigación para ver qué factores influenciaban que unos países crecieran más que otros, e incluyeron como uno de los posibles factores, la cantidad de recursos naturales que tenían. Pensaban que, mientras más riqueza natural poseía un país, mejor podría irle a su economía. Pero resultó que era al revés, y esta sorpresa la llamaron “la maldición de los recursos naturales”. Luego se ha encontrado que, efectivamente, en muchos otros lugares la explotación de recursos naturales como la minería y el petróleo, no han llevado al desarrollo. El Perú no es el único país minero poco desarrollado, ni posiblemente el peor: Nigeria, Angola, Chad o Sierra Leona en África comparten esta triste situación.
¿Cómo es esto posible? La minería tiene algunos efectos perniciosos que saltan a la vista, como la contaminación ambiental o el desplazamiento de campesinos de sus tierras sin su consentimiento y sin una compensación económica justa. Pero también puede generar otros problemas que no están tan obviamente vinculados, como el aumento de la desigualdad, el descuido de la educación, la mayor corrupción, los conflictos en torno a la captura de la renta y la menor estabilidad macroeconómica.
“Si la orientación de un gobierno es tal que probablemente haya pocos beneficios para la gente de la extracción de los recursos naturales, entonces los grupos nacionales y la comunidad internacional no deben apoyar la explotación de esos recursos. Presumiblemente, las posibilidades de que el dinero se use mejor después son mayores, así que lo recomendable es paciencia”.
J. Stiglitz, J. Sachs y M. Humphreys, “Escaping the resource curse” (“Escapando de la maldición de los recursos naturales”), tradicción propia.
Pero esta es una maldición de la que se pueda escapar. Botswana es un país cuya riqueza se basa en la explotación de diamantes y cobre, y es al mismo tiempo el país con mayor crecimiento económico de mundo entre 1960 y el 2000. Chile fue durante mucho tiempo un país cuyas exportaciones eran mayoritariamente cobre, y ha logrado también un importante despegue económico (aunque con mucha desigualdad).
El libro que Stiglitz ha escrito junto con Sachs y Humphreys no sólo identifica las posibles causas por las cuales la mayoría de países petroleros y mineros crece menos que el resto. También propone políticas para lograr que la minería sea un factor de desarrollo y no de subdesarrollo. Los actuales gobernantes harían bien en estudiar estas propuestas.
El libro que Stiglitz ha escrito junto con Sachs y Humphreys no sólo identifica las posibles causas por las cuales la mayoría de países petroleros y mineros crece menos que el resto. También propone políticas para lograr que la minería sea un factor de desarrollo y no de subdesarrollo. Los actuales gobernantes harían bien en estudiar estas propuestas.
La República, 18/12/2007
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