jueves, 13 de diciembre de 2007

José Luis Patiño B. :El Estado, el gran perro del hortelano

Ha tenido que pasar más de seis años de gestión del poder (1985-1990/ 2006-2007) para que Alan García empiece a comprender la problemática del país y buscar encaminarlo hacia la senda del desarrollo sostenible, alentado por una dinámica económica expansiva con bases sólidas, con riesgos diversificados en el frente externo y, sobre todo, sin mayores obstáculos políticos en el frente interno. García tiene que aprovechar ahora este momento para administrar la agenda nacional. En esa dirección están sus artículos periodísticos en los que por fin define algunos nuevos criterios pragmáticos, a través de la figura popular del perro del hortelano, que de taquito busca también alinear a su partido al nuevo escenario de la globalización. Sin embargo, astutamente el líder aprista reparte responsabilidades a diestra y siniestra y rehúye compromisos presidenciales en esta tarea de cambios y reformas profundas, que a gritos exige el Perú, sobre todo ahora que el TLC con EEUU es un hecho. Aquí, señor Presidente, el liderazgo para estos cambios lo tiene usted y está en sus manos el fijar resultados con indicadores concretos en el corto, mediano y largo plazo. ¿O acaso no sabe que el gran perro del hortelano es el Estado peruano? Sí, aquel que usted hoy administra por encargo de millones de peruanos, y que está diseñado para evitar que los beneficios de una economía en crecimiento llegue a los ciudadanos más pobres del país. Todos los puntos que usted ha tratado en sus dos primeros artículos, y que ha visualizado como los primeros grandes escollos a superar para aprovechar nuestras riquezas y potencialidades, tienen que ver con el rediseño de un Estado elefantiásico, obtuso, compinche de corruptelas, y negado para gestores eficientes. Sin duda que la tarea no es fácil, no se resuelve con una docena de medidas, pero exige un liderazgo perseverante, con buena muñeca política, y que cuente con la mayoría de aliados que están a cargo de administrar los feudos estatales, como las autoridades del gobierno regional y local, el Congreso, el Poder judicial, y, obviamente, sus ministros. De lo contrario, el gran huerto de hortalizas que hoy busca gestionar eficientemente el presidente García será siempre dominado y maniatado por el gran perro del hortelano, causando la desesperación popular y estancando de nuevo el proceso de crecimiento económico con desarrollo social. Frente a este escenario, Humala se frota las manos.

Correo, 12/12/2007

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